Editorial

NO MÁS IMPUNIDAD

Los chimbotanos nos conmovimos la semana pasada cuando los medios de comunicación dieron cuenta del crimen y desaparición del tripulante de una embarcación acoderada en el Puerto el Callao en hechos confusos que nunca fueron convenientemente comunicados y notificados a los familiares.

La noticia fue chocante en la medida que involucraba a un trabajador chimbotano, el motorista de una embarcación que se encontraba prestando servicios a una empresa que le había encomendado que participara en la vigilancia de la nave en el muelle, como lo hacen con todos los tripulantes en general.

Williams Enrique Manrique Bocanegra se encontraba en esta labor junto al vigilante de la embarcación y de pronto trasciende una información que daba cuenta de su desaparición y una versión incomprensible respecto a un supuesto secuestro por parte de desconocidos que abordaron la nave, aparentemente, como piratas.

Esta es la información que se hizo llegar a la autoridad marítima el personal de la empresa que fue comunicada por el vigilante Emerson Minaya Sosa de un supuesto incidente en el cual un  grupo de desconocido había incursionado en la nave y se había llevado a Manrique Bocanegra, por lo que desconocía su paradero.

El solo hecho de equipararse a una versión fantasiosa, llevó a los agentes de la Policía de Investigación Criminal de Callao a interrogar meticulosamente al vigilante, conocer cuales fueron realmente las circunstancias en que se habría producido la incursión de extraños y advirtió que el sujeto estaba faltando a la verdad porque en la nave no faltaba nada, no robaron nada y ello es incongruente en el accionar de un maleante.

Por ello es que presionaron al único testigo y éste ingresó en groseras contradicciones, se fue descubriendo que estaba faltando a la verdad, por lo que finalmente terminó reconociendo lo que todos temíamos, es decir, que había sostenido una pelea con el motorista y tras haberlo acuchillado lanzó su cuerpo al mar con la finalidad de crear una coartada que, finalmente, resultó fallida.

Lamentablemente este accionar ha provocado la desaparición del motorista, su cuerpo no ha sido hallado y de esa forma se desvanecieron las esperanzas de la familia de encontrarlo con vida, todo indica que solo cuando el mar lo arrastre a la orilla podrá ser recuperado.

Pero tan lamentable y repudiable es el accionar del vigilante como el mostrado por la empresa propietaria de la embarcación, la misma que lejos de designar a su representante como vocero para que comunique los aciagos hechos a la familia, envió al jefe de bahía a realizar una llamada en la que no explicó nada y solo dijo que Manrique estaba desaparecido y colgó el teléfono de inmediato.

Una falta de respeto a los deudos de una persona que había sido víctima de un terrible y cobarde ataque, peor aun cuando esta empresa es la responsable de haber incorporado en su planilla a un delincuente como vigilante y en estas circunstancias le quitó la vida a uno de sus tripulantes y lo lanzó al mar sin escrúpulo alguno.

Seguramente, la Policía se encargará de establecer los reales móviles de este alevoso crimen, lo que debemos lamentar es que aun existan sujetos avezados que se infiltran en las actividades de las empresas exponiendo la vida de los demás.

Este hecho merece un duro castigo por parte de las autoridades y que se responda por una vida que se echó a perder a manos de un delincuente al que le permitieron se infiltre en una planilla laboral que debe estar sujeto a un debido control, más aun cuando la cónyuge de la víctima se encuentra con ocho meses de gestación y deben resarcirle.  No más impunidad y menos aun indiferencia por parte de quienes deben responder ante un hecho tan repudiable.