Editorial

::: SIN ARREPENTIMIENTO :::

En la última conferencia de prensa ofrecida por el presidente Martin Vizcarra, un medio de comunicación, con mucha astucia, puso en medio de la espada y la pared al primer mandatario a efectos que reconozca que se equivocaron en el tratamiento que se le dio al congreso de la república.

Y es que a luz de los hechos no existe peruano que no se haya peguntado cuales eran realmente las intenciones de jefe de estado al disponer el cierre de congreso hace ya dos años atrás y convocar a elecciones para elegir el actual legislativo.

Ello porque la interrogante estaba relacionada con algo que nos preguntamos todos en el país respecto al rol que cumple a la fecha el congreso de la república, de la calidad de sus nuevos integrantes y de las leyes que viene sancionando de corte netamente populista.

Por ello es que el periodista le preguntó a boca de jarro a Vizcarra tratando de conocer si estaba arrepentido de cerrar un congreso para que se forme otro que tiene ese mismo sesgo y comportamiento disparatado que, en algún momento, hacen pensar a muchos que, como lo decían las abuelitas, “el remedio resultó siendo peor que la enfermedad”.

Es que ya todos conocen en lo que se ha convertido la actual conformación de la representación parlamentaria y la poca calidad que se advierte en las intervenciones de las distintas bancadas que accedieron a las representaciones congresales.

Sin embargo, ante tan osada pregunta el presidente optó salirse por la tangente, se negó a responder al periodista que le realizaba esta pregunta sin tapujos y prefirió retar nuevamente al congreso para exhortarlo a que apruebe las leyes de la reforma política que hasta el momento no lo hace a pesar que se comprometió a debatirlas y sancionarlas.

El jefe de estado se limitó a reiterar que  no se arrepiente de haber dispuesto la disolución del congreso pasado y afirma que en aquella oportunidad la situación era sumamente difícil y complicada, por ello no teme haber firmado la resolución que dispone la disolución de la anterior fórmula parlamentaria.

Pero si bien es cierto se consuela con la decisión de disolver el congreso anterior, aun no quiere entender que la actual representación nacional está tanto o peor que la anterior, eso lo sabe el presidente Vizcarra a tal extremo que ha debido salir afrente y observar leyes que han sido sancionadas con marcada irresponsabilidad y que ponen en jaque la política sanitaria que se ha puesto en marcha en el país.

El presidente no quiere reconocer lo evidente y ha preferido dejar su impresión sobre este tema luego de la respuesta del congreso al emplazamiento público que ha hecho para desafiarlo a que apruebe las leyes de la reforma política que están pendientes y respecto a los cuales existe marcada renuencia entre los actuales congresistas en la medida que, todo indica, aparentemente muchos buscan postular nuevamente al mismo cargo que obtuvieron en las elecciones del 26 de enero pasado.

Vizcarra ha recordado a los actuales congresistas que ellos construyeron su actual cargo en base a las promesas que le hicieron al país en plena campaña electoral, es decir, de colocar en la agenda del día los proyectos de la reforma electoral entre los que se encuentra, por ejemplo, la anulación de la inmunidad parlamentaria,

Esto le consta a todo el país en la medida que los candidatos fueron los primeros en enarbolar las banderas de la reivindicación congresal y dejar de lado los vicios de la anterior representación parlamentaria que dejaron en la congeladora proyectos que son de suma importancia para el país.

El presidente es consciente que en el vulgo existe la convicción que en el congreso solo se han cambiado “mocos por babas”, empero, prefiere que esto se diga y se repita en las calles, quiere evitar las confrontaciones y los desencuentros, por ello estará en condiciones de decirle al pueblo lo que realmente piensa solo después que el congreso ponga en la agenda del debate los proyectos de la reforma política.

Creemos que esto le puede costar muy caro al Presidente Vizcarra, los encontronazos que ha sostenido con el Poder Legislativo le ha generado un clima de animadversión que podría estallar por el lado que menos le conviene y lo  puede dejar mal parado en lo que resta de su mandato. Alguien dijo que “cuando tienes a tu enemigo casi vencido, termina de sacarlo de combate, pues este puede incorporarse y aniquilarte”.