El alcalde es el representante legal de una Municipalidad, por ende es la máxima figura representativa de una determinada jurisdicción, consecuentemente, sus actos públicos o privados, deben responder a la investidura que ostenta y ser dignos de destacarse y relievarse.
Esto quiere decir que, contrario sensu, no puede ser una persona que se encuentre permanentemente protagonizando hechos vedados por la ley, su figura emula a la de un padre que debe ser el ejemplo de sus hijos, lo que es lo mismo decir que un alcalde debe ser un ejemplo para sus ciudadanos.
Esto no ocurre en el distrito de Quillo, una localidad estrechamente ligada a la provincia de Casma y la zona costera de la región a pesar que su ubicación geográfica depende de Yungay, en donde últimamente el comportamiento de los representantes de su concejo distrital viene dejando mucho que desear.
El último fin de semana, su alcalde Fortunato Santos Caballero Lacho, fue sorprendido por la Policía Nacional cuando participaba de una fiesta en la que departía tomando abundante licor con un grupo de amigos y funcionarios de su misma Municipalidad, en abierta infracción al régimen sanitario no solo porque no portaban mascarillas sino que se encontraban en medio del toque de queda.
Al darse a conocer los alcances de esta intervención, se pudo conocer que el alcalde fue sorprendido en su domicilio y estaba celebrando nada menos que su cumpleaños, por ello el hallazgo de licor y la estridente música que es la que generó la reacción de los vecinos que fueron los que solicitaron la presencia policial.
Pero, las preguntas que se caen de maduras son ¿Qué hace el alcalde Caballero Lacho celebrando su cumpleaños? ¿Acaso no sabe que esta clase de reuniones se encuentran prohibidas? ¿Acaso no sabe que existe un toque de queda a nivel nacional en donde está prohibida la movilización de la ciudadanía entre las 11.00 de la noche y las 4.00 de la mañana? ¿Qué hace reunido con más de 15 personas sin que ninguna de ellas se haya encontrado usando mascarillas? ¿Acaso no sabe que se encuentra suspendido el derecho de reunión que reconoce la ley y la constitución?.
Lo más grave es que el alcalde debería estar descansando para que al día siguiente retome la labor de la lucha contra el Covid, pues desde su privilegiada posición debe direccionar todos los recursos a la compra de equipos de protección, la realización de operativos de prevención y la capacitación de los diversos sectores de su ciudad, no debería estar preocupándose en comprar licor para celebrar.
¿No sabe acaso el alcalde de Quillo que todos los peruanos también cumplimos años y estamos postergando cualquier celebración porque se entiende que ellas representan un serio peligro para la propagación del virus que, en su calidad de autoridad, está en la obligación de impedir?
¿Qué se cree este alcalde de Quillo que hace lo que se le viene en gana? ¿Cómo es posible que junto a sus funcionarios de confianza y con sus amigotes viole descaradamente la ley a vista y paciencia de otras autoridades?
No se puede olvidar que ya se habían realizado otras tres intervenciones a funcionarios y trabajadores del municipio de Quillo en las que han sido sorprendidos en las mismas situaciones, es decir, libando licor en abierta transgresión a las medidas preventivas y los protocolos sanitarios establecidos por el gobierno central.
Esto fue materia de un comentario anterior en el que nos preguntábamos si el alcalde sabía de las acciones de su personal, si era condescendiente con estas transgresiones porque se repetían y no hacía nada al respecto.
Ahora entendemos cómo es que en Quillo los miembros de la Municipalidad hacían lo que se les venía en gana y eran sorprendidos libando licor en reuniones prohibidas, pues el alcalde formaba parte de esta clase de juergas como ha quedado demostrado el pasado fin de semana.
Cierto es que las municipalidades son entes autónomos, empero, ya debería existir alguna intervención en estos casos, sea de AMPE como ente superior que reúne a las municipalidades, o del Jurado Nacional de Elecciones, pues Quillo no puede estar sometido a una caterva de beodos a los que les interesa un pepino la ley y las medidas de prevención contra el Covid. Ya es momento que alguien le ponga el cascabel a esos gatos.