Editorial

::: MANTO DE IMPUNIDAD :::

El año pasado un comerciante de joyas que había sufrido un violento asalto a mano armada denunció públicamente que un grupo de Policías, que trabajaba en la investigación de este hecho delictivo, le exigieron la suma de 5 mil soles para capturar a los delincuentes que el mismo agraviado con ayuda de otros policías había podido identificar.

Y es que este caso ocurrió en una calle en donde existen comercios que cuentan con cámara de seguridad, las mismas que habían captado el asalto y se pudo identificar a los maleantes, inclusive, dijo que un ex empleado de su empresa era el que había proporcionado información a los delincuentes sobre los movimientos de joyas y dinero que realiza.

En aquella oportunidad el agraviado fue despojado nada menos que de 124 mil soles en joyas y 20 mil soles en efectivo, los cuales había retirado de su domicilio para llevarlo a su establecimiento comercial, sin sospechar que un maldito sujeto a quien le otorgó una oportunidad de trabajo lo había traicionado revelando sus movimientos a los hampones.

Lo cierto es que, precisamente, la cuantiosa suma que le habían despojado fue el argumento de los malos policías para pretender aprovecharse de la desesperación del agraviado, tanto así que tuvieron el desparpajo de advertirle que le estaban pidiendo esa cantidad por tratarse de una suma importante la que se llevaron los delincuentes, evidenciándose que tenían tarifas para los delitos patrimoniales.

Esto ocurrió en Julio del año pasado, sin embargo, pese a las graves connotaciones de la denuncia del agraviado, la policía cumplió su extorsión y no solo no capturó a los delincuentes identificados, sino que archivó la investigación, mientras que sobre los cargos levantados contra los malos efectivos, como siempre, nunca se pudo conocer nada.

Sin embargo, este caso ha cobrado actualidad porque la semana pasada la Policía consiguió dar con la captura de cuatro maleantes que se ocultaban en una guarida del P.J. San Pedro, a los cuales habría identificado como los autores de un asalto a una sucursal de la Farmacia Inkafarma de la urbanización El Carmen.

En este grupo de asaltantes se encontraba Bryan Casahuaman Zapata, uno de los delincuentes que formó parte de la gavilla que asaltó al joyero Noé Peña Ruiz y que nunca fue intervenido siquiera por la Policía, a quien en esta oportunidad se le incautó un arma de fuego con la que cometía sus fechorías.

Lo curioso es que esta arma es de propiedad del joyero asaltado, es la misma que utilizaba para su defensa personal y que le despojaron cuando fue asaltado en julio del año pasado, lo que viene a confirmar las identificaciones que se hicieron por entonces y que malos Policías no quisieron ejecutar porque no les entregaron el dinero que pidieron.

Que prueba mas elocuente de la participación de este sujeto Bryan Casahuaman en el asalto al joyero que el arma que portaba y que venía utilizando en los asaltos que perpetraba y que es la misma que se llevó en el atraco al joyero.

No nos imaginamos cuantos asaltos pudieron haberse evitado y cuantos atentados contra la vida se habrían desvirtuado si es que la Policía hubiese actuado de manera inmediata aprehendiendo al maleante que se había llevado el ama de fuego del agraviado.

Ello porque se sabe que el delincuente se fue fugando a Chile luego que la Policía no lo capturara apenas fue sindicado, y, en ese país se dedicó a la vida delictiva por lo que tuvo que regresar clandestinamente a nuestra ciudad porque era perseguido en la vecina nación.

Esperemos que este caso permita reflexionar a los miembros de la entidad tutelar, que los motive a realizar un trabajo profesional al margen de las ambiciones de sus malos integrantes, toda vez que lo que prima en estos casos es la seguridad y la integridad de los ciudadanos que han sido asaltados y despojados de su propiedad como el joyero Noé Ruiz.

La justicia no debe tener contemplaciones con sujetos que han hecho del delito su modus vivendi, que exponen la vida de los demás en atracos a mano armada y que cuando son aprehendidos lloran como plañideras clamando clemencia y falsos arrepentimientos. Esperemos que no se vuelva a lanzar un manto de impunidad contra los hampones que no tienen miramientos cuando se trata de despojar de su patrimonio a los agraviados.