Editorial

::: OTRA VÍCTIMA MAS :::

No sabemos qué es lo que piensa el Jefe de la División Policial Coronel Jorge Cotito Huallanca, respecto a la lamentable muerte del Sub Oficial Raúl López Flores, quien fuera integrante de la Policía Canina, empero, las circunstancias que han rodeado tan lamentable desaparición, como lo refirieron los familiares, son poco menos que punibles.

Este hecho ha enlutado a la institución tutelar en los últimos días del año que pasó y el primer día del presente año, pues todo indica que al malogrado sub oficial no se le prestó la atención que requería y, por el contrario, desmerecieron su condición física para exponerlo a un mal que no perdona, como ese el covid 19.

Y es que, con lágrimas en los ojos, los familiares del sub oficial fallecido cuestionaron el hecho que el Jefe de la mentada Unidad, es decir, el superior del occiso, le negó en todos los idiomas el permiso que solicitaba porque se sentía mal y se hallaba con fiebre.

Esta repulsiva actitud la adoptaron a pesar que son síntomas típicos de un posible contagio con el Covid 19, razón por la cual no solo debió atender el pedido sino disponer de inmediato que la Sanidad de la Policía o una institución pública le tome un examen, sea prueba rápida o molecular, para determinar si el referido efectivo se encontraba contaminado con el Covid 19, por cuanto, de ser así lo que tenía que hacer es aislar al paciente positivo.

Hay que tener en cuenta que la actividad de los custodios está expuesta a un potencial contagio, consecuentemente, lo que debió hacer el Jefe de la Policía Canina no solo es otorgarle el permiso al Sub oficial López Flores sino disponer que se mantenga en cuarentena. De esta manera no solo protegía al efectivo y podría haber ordenado que se le otorgue el tratamiento médico correspondiente, sino que debería haber protegido la salud de los demás efectivos de esa unidad que, con la sola presencia de un agente contagiado, estaban expuestos a la enfermedad.

No es posible que un oficial de alta graduación no fuera capaz de identificar un cuadro de riesgo o peligro, el solo hecho que una persona presente los síntomas de Covid obligan al titular de una repartición a que se le someta a las pruebas y se deslinde los problemas de salud, así como otorgarle los permisos necesarios.

No se puede obligar a un custodio a trabajar con fiebre, menos aún en una pandemia porque se convierte en un posible elemento de trasmisión de la enfermedad, no hay necesidad de acumular muchos galones para entender esto, por cultura general lo conocen hasta los alumnos del nivel primario y eso lo saben en la Policía Nacional.

Las revelaciones que han dado a conocer los familiares son sumamente delicadas, involucran una potencial responsabilidad de oficiales de la institución tutelar, no solo de aquellos que no le proporcionaron la atención adecuada sino de quienes le denegaron el permiso correspondiente y los obligaron a trabajar en cuadros febriles que son, de por sí, delicados, pero que se agravan cuando estamos en medio de una pandemia.

Esto resulta mucho más preocupante si se tiene en cuenta que los especialistas han señalado que frente a un cuadro febril y de potencial contagio con el virus, lo que se requiere es ganar tiempo al accionar de esta patología, se tiene que actuar con rapidez con la finalidad de neutralizar el avance de la enfermedad.

Es de dominio público que en la medida que pasen los días lo que hace esta patología viral es consumir las defensas de nuestro sistema respiratorio, lo va minando poco a poco hasta provocarle secuelas letales en otros órganos por falta de oxígeno, consecuentemente, una atención oportuna del paciente evita que pueda llegar a un cuadro de gravedad.

No ha ocurrido esto con el Sub oficial Raúl López Flores a quien lejos de asistir y auxiliar en el cuadro febril que presentaba, lo obligaron a trabajar y procurar que su organismo se vaya minando poco a poco, tanto así que cuando sus familiares lo llevaron al hospital III de Essalud fue trasladado de inmediato a la unidad de Cuidados Intensivos.

El jefe policial debe tomar medidas porque la denuncia de los familiares es sumamente delicada y hay una vida de por medio. No se puede exponer la salud de las personas con posiciones absurdas, menos aun cuando nos encontramos en medio de una pandemia que está matando mucha gente y que tiene a un virus comunitario al acecho de quienes están en primera línea, como los efectivos de la Policía.

La muerte del suboficial Raúl López Flores no solo representa una víctima más en la institución tutelar, es una víctima más de la desidia, la maldad y la temeridad de quienes lo empujaron a agravar su minado estado de salud.