Opinión

PERÚ PAÍS RICO, PERO POBRE A LA VEZ

Por: CPC SERGIO AUGUSTO AGURTO FERNANDEZ

Estas son las contradicciones de la vida, dice un viejo adagio: “Dios le da barba a quien cachete no tiene”; esta es una dura expresión que sintetiza nuestra realidad. Convivimos en una amplia y variada geografía, con una exuberancia de recursos naturales en sus tres reinos; “animal, vegetal y mineral”, magistralmente representados en nuestro Escudo Nacional, y lo peor de todo es no saber qué hacer con ellas, cual papa caliente se termina por concesionar sin importar a quien, a costo casi gratuito, sin que nadie se atreva a cuestionarlas.

Tanta maravilla junta, seguro que obnubila a cualquiera que acceda al poder político (Ejecutivo, Legislativo), no sabiendo por dónde empezar en sus tareas de gobierno, mayor razón cuando se tiene potencialidades dormidas bajo los pies, pero se continúa estirando la mano para recibir “ayuda exterior”, y esto por obra y gracia de los pésimos gobernantes que tenemos siempre, para desgracia nuestra.

Orgullo tenemos que tener, cuando nos preciamos de ser herederos de un poderoso imperio (Tahuantinsuyo), que haciendo gala de un desbordante ingenio, de la nada crearon su propia cultura, habiendo alcanzado altos niveles de desarrollo, sorprendentes para la época, destacando en todos los campos del saber humano: 1) Amplio dominio en el manejo de los minerales (oro, plata, cobre), 2) Exquisita arquitectura sobre la base del tallado de la piedra (Machupicchu, Sacsayhuamán), 3) Sistema de andenes para impedir la erosión del suelo y ampliar la frontera agrícola, 4) Dominio de la medicina, cuya máxima expresión fue la “trepanación de cráneos”;  5) Textilería, con el uso de tinturas multicolores, como los famosos “mantos de Paracas”, 6) La alfarería, fabricando vasijas para el consumo doméstico, cuyos restos se exhiben en los museos, 7) Obras de infraestructura vial que interconectaba a todo el imperio, como son los “caminos del Inca”, etc. Es decir sin estar premunidos de exigencias académicas, dejaron como reto una valla demasiada alta, difícil de superar.

Ahora que estamos en la víspera de un evento electoral (11-04-2021), coincidiendo con el bicentenario de la Patria, en verdad que nos resulta demasiado sospechoso el inusitado interés  que anima a los 18 candidatos que se disputan el “sillón presidencial”; igualmente son 2,340 los candidatos a congresistas que se disputan las 130 curules; situación que sólo se da en el Perú, y es evidente que en estos pretenciosos acólitos de la diosa fortuna, la vocación de servicio no existe, desde el momento en que detrás de una postulación, están camuflados los fines de lucro, lo que no está mal, si se actúa con honestidad y transparencia. Entonces ha llegado la ocasión para revertir tan nefastos precedentes, erradicando tanto infortunio que nos agobia en toda nuestra vida republicana. Con bastante optimismo tenemos que pensar, que entre estos 18 competidores, seguramente estará el presidente que la Patria se merece, pero ¿Cómo encontrarlo en lo que parece ser una jauría de lobos desesperados por saciar su apetito depredador?

Cuidado con esto, sin dejar de ser un apetitoso botín para los corsarios y piratas criollos disfrazados de políticos, un cargo público equivale al premio mayor de un juego al azar, que viene a coronar cualquier ambición personal. Desde esta óptica se tiene claro que en el Perú, nada hay más rentable que un cargo público al más alto nivel, que tenga poder de decisión, y a estos aventureros poco les importa si para lograr su cometido, tengan que hipotecar su dignidad de persona de bien, terminando por enlodar el buen apellido que heredaron. Si no fuera así, cómo explicar entonces que desde el año 1990 para adelante, todos los ex presidentes sin excepción, están formando cola para sumirse en una profunda meditación, en la soledad de un recinto penitenciario. No es que los gobernantes de 1990 para atrás, hayan sido unos impolutos ciudadanos, desbordantes de honestidad, no, nada de eso, los casos están ahí tentando la voracidad lectora de los historiadores, porque el tiempo ya se encargó de cubrirlo con el manto del olvido.

Entre los políticos peruanos, el modus operandi es atrapar a un pueblo dubitativo y receptivo a las dádivas, manteniéndolo en el limbo con unas ofertas de campaña, sabiendo que no se podrán cumplir, pero que si encajan con sus necesidades, que los hace vulnerables a las tentaciones populistas

Es de suponer que cada quien ya tiene elaborado el perfil del candidato ideal, de entre los 18 que están en competencia; según nuestras estimaciones las exigencias básicas serian: 1) Hombre de carácter firme y con criterio definido sobre los distintos problemas del país; 2) Conocimiento básico de la estructura del Estado, para que pueda obtener su propia información sobre temas que le interesan; 3) No se necesita a un científico como Presidente de la República, sino a un profesional de cualquier especialidad; 4) Mínimamente ser bilingüe (Español Inglés), para no ser un invitado de piedra en las visitas protocolares y en los eventos internacionales; 5) Experiencia política y ser un elemento concertador; 6) Ejercer autoridad y tener capacidad de decisión (pantalones bien puestos), para sentarlos en la mesa a las empresas que tengan “contrato ley” y examinar la forma cómo se han dado la concesión y revertirlos hacia una nueva modalidad que favorezca al Estado; 7) Estar físicamente saludable para recorrer el país en sus tareas de gobierno; 8) Tener don de mando para hacer respetar que las decisiones se cumplan; 9) Capacidad mental para discutir directamente con los asesores ministeriales sobre temas de gestión que le interesan y no ser un fervoroso creyente de los consejos que le da el ministro, que muchas veces no tiene una opinión propia.

Revisado los contratos mineros, la condición importante para la renovación de estos contratos, debe ser que las exportaciones mineras, no sean en material bruto (piedra), sino mínimamente en productos semi elaborados (barras), que contenga valor agregado local, de ahí donde se ubica el asentamiento minero. Pero también hay productos agrícolas que no son aprovechados industrialmente, y deben ser procesados en el mismo lugar de producción, como las frutas de la selva, que muchas veces se pierden en planta a falta de conectividad y/o bajos precios en los mercados; existen los cereales, el camote, la yuca, de los que se pueden producir harina para la industria de la panificación; el Estado debe promover la inversión en estos rubros mediante los incentivos tributarios, por ejemplo.

La aspiración intrínseca del ser humano es escalar posiciones dentro del entorno social, político, económico, etc., igual ocurre con el país que siempre aspira pertenecer a la órbita de los países desarrollados, no es una ilusión mental tampoco un sueño irrealizable, cuando existen las condiciones materiales para que ello ocurra, sólo que hace falta lo más importante, como lo es el factor humano más idóneo para ponerlo a caminar, es decir un gobernante, cual “Mesías” del siglo XXI, sepa conducir a su pueblo hacia la “tierra prometida” (desarrollo); para que esto ocurra, tenemos que empezar por prescindir de la “ayuda exterior” que hiere nuestra dignidad y minimiza nuestras capacidades como país, porque a cambio de esa propina, se limita la auto determinación en muchos temas que como país soberano tenemos que tomar.

Pobres extremos no somos como para inspirar lástima ajena, sino que estamos mal acostumbrados al dinero fácil, que promueve la holgazanería y el ocio intelectual, sin pensar que esa “ayuda” viene condicionada para no ahuyentar a las empresas transnacionales, malográndoles el negocio; es por eso que los gobiernos timoratos “lubrican sus entrepiernas” de miedo por las represalias que esos países puedan tomar, si se tuviera la osadía, por ejemplo, de revisar esos “contratos ley”, cosa que jamás ocurriría (represalias). No olvidemos que quien regala dinero o bienes materiales, junto a ellos también se regala pobreza, que termina convirtiéndonos en un país conformista, sin aspiraciones. A grandes males grandes soluciones y en épocas de escases es cuando el ingenio se agudiza y nos permite hacer cosas impredecibles e inimaginables.

Hay situaciones que reprochar del  gobierno, quienes vivimos en provincia vemos que los presidentes y ministros, en sus “visitas de supervisión”, adrede siempre llegan tarde y apurados a los eventos programados, con el fin de estar menos tiempo en el lugar, por temor a que el pueblo exprese su malestar; es obvio que a ellos no les interesa prestarles atención a los reclamos, tampoco recibir algún pedido; sino van a cumplir con su “trabajo” entonces para qué … vienen, malgastando el dinero público, porque ellos no vienen solos sino también los acompaña un séquito de asesores (adulones) palaciegos y ministeriales, según el caso, que generalmente se dan  los fines de semana, como una forma de relajo. Presidentes y ministros deben de hacer visitas sorpresivas y de incógnito a provincias, para interactuar directamente con el pueblo y de buena fuente enterarse de las posibles irregularidades que se pudieran presentar para corregirlas in situ. Nada impide hacer esto, si al final van a ser ellos los que tendrán que enfrentar cualquier problema de gestión que pudiera haber.

Dicho esto, nos tenemos que preguntar, cómo queremos llegar al año 2040, por ejemplo, y de acuerdo a estos objetivos ponernos a trabajar desde ahora, fijando políticas de estado claras y precisas, con la exigencia que todos los presidentes, bajo responsabilidad de ser acusados constitucionalmente, lo cumplan a cabalidad, para no seguir envidiando al vecino país del sur, pese a no tener nuestras potencialidades materiales, ha avanzado más que nosotros.