Editorial

::: ¿SERÁ POSIBLE UNA AGENDA PARLAMENTARIA ANCASHINA? :::

A pesar del mal sabor que ha dejado en el electorado nacional y particularmente en el pueblo ancashino el resultado de las elecciones del domingo último, no estaría demás ubicarnos en el escenario de un hipotético  acuerdo entre los miembros del bloque que conforman los cinco parlamentarios electos de la región Ancash. Después de todo,  soñar no cuesta nada.

Políticamente hablando, jamás hemos tenido la satisfacción de ver a los congresistas de Ancash unidos en torno a una misma mesa de trabajo, comulgando de un mismo pan. Siempre los hemos visto trabajar a cada uno por su lado, jalando agua para sus propios molinos y buscando únicamente el protagonismo político y personal. Por esa razón Ancash está como está. Las contadas oportunidades en las que nuestros congresistas  han aparecido juntos  han sido únicamente en actos protocolares, sin mayor trascendencia representativa.

Si por un momento apareciera en la mente de cada uno de los congresistas electos la iniciativa de una gestión conjunta y comprometida con la región, estamos seguros que otra sería la suerte de Ancash, salvo que estemos equivocados. De ahí que tengamos que soñar con la necesidad de  una agenda de trabajo parlamentario, que nunca antes ha existido en Ancash pero no por eso es imposible de intentarlo. Nos referimos a una agenda de trabajo en la que figuren temas puntuales, los mismo que hace muchos años están a la espera de ser atendidos.

La ejecución del proyecto Chinecas, la modernización del terminal portuario, la interconexión de los corredores viales de Huaylas y Conchucos y la reactivación de Ancash como potencia turística, son temas que hace mucho tiempo reclaman ser puestos en el tapete. De ellos va a depender que deje de ser una utopía la creación de miles de puestos de trabajo y el desarrollo económico de la región. Pero si ninguno de estos temas  ha podido ser atendido como se merece, es justamente porque nunca han formado parte de un esfuerzo conjunto y tampoco han sido objeto de una voluntad política del más alto nivel.

En la elaboración de esa agenda parlamentaria que por ahora es un sueño, no tendría porque estar excluida la participación de otras autoridades de la región y asimismo de instituciones representativas del sector  productivo  y empresarial.

Sin embargo, si  en los próximos cinco años  los nuevos congresistas van seguir desarrollando la misma tónica de trabajo de sus antecesores, entonces el futuro de Ancash también seguirá siendo el mismo. Nada habrá cambiado.