Por: VÍCTOR ANDRÉS PONCE (*)
Hay diversas maneras de aproximarse a un balance del debate de este sábado. Si se tratara de establecer un posible vencedor en base a los discursos, las réplicas y la coherencia de las propuestas, habría que señalar que Keiko dejó en claro su talla de estadista. Sin embargo, Pedro Castillo demostró que tampoco es manco. Su capacidad de envolver el proyecto comunista, bolivariano, en frases como “no más pobres en un país rico”, podrían pasar fácilmente en el mundo rural, en los sectores D y E, duramente golpeados por el fracaso del Estado en el manejo de la pandemia, que aumenta la pobreza.
Al margen de las propuestas de Fuerza Popular para los sectores D y E y el mundo rural, no sería descabellado hablar hasta de un empate. La imagen que hubiese quedado es que Keiko está mejor preparada, pero el profesor es un hombre que viene con los colores y los humores del mundo popular, un hombre que viene de abajo para salvar a los descamisados.
Sin embargo, el gesto de Keiko lo cambió todo, y puede ser definitorio en el curso de la campaña electoral. Cuando Keiko aceptó debatir en la tierra de Pedro Castillo, con la población seguramente a favor del lápiz, conscientemente o no, envío un mensaje extremadamente poderoso en la campaña electoral: la política capitalina va a Chota y rompe la tradición limeña y clasemediera de los debates electorales. La leyenda del gesto recién empieza y los futuros candidatos lo repetirán.
No obstante, horas antes de la llegada de Keiko a Chota, quienes defendemos el sistema republicano y las libertades políticas y económicas, teníamos un nudo en la garganta: Keiko iba a Chota con la sombra del gesto equívoco de Lourdes Flores quien, en la campaña del 2006, abandonó una plaza en Huancavelica ante la violencia de los humalistas del polo rojo. Luego de esa retirada, Lourdes Flores simplemente perdió la elección. En la misma campaña, Alan García en el Cusco en vez de retroceder frente a la violencia de los reservistas se mantuvo en la plaza e hizo fugar a los violentos. Las clases medias entendieron que García era el único que podía detener al Humala chavista de entonces, y Alan ganó la elección.
El otro gesto paradigmático de la política peruana es el “Manguerazo” del gran Fernando Belaunde, quien terminó caminando envuelto en una bandera frente a la represión dictatorial que pretendía negar la inscripción del Frente de Juventudes. A partir de allí nació la leyenda de Belaunde y de Acción Popular.
No me cabe la menor duda de que algo ha sucedido para siempre con el gesto de Keiko en Chota.
Por todas esas consideraciones, el gesto de Chota establece un antes y un después en la historia de Keiko. No sería exagerado sostener que, con ese gesto, ha comenzado a construir su propia leyenda al margen de los errores acumulados luego del 2016, y al margen de la sombra de Alberto, su padre. El gesto de Chota revela a una Keiko en su plena madurez política, y ojalá haya definido la elección.
(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)