Editorial

::: ESTO ES GRAVE :::

Un informe estadístico difundido recientemente por la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, da cuenta que en los diez últimos años, vale decir entre el 2009 y el 2018, la región Ancash ha recibido 8,224 millones de soles por concepto de canon y regalías mineras. Teniendo en cuenta que la población regional está por encima del millón de habitantes, quiere decir que durante los últimos diez años a cada ancashino  le ha correspondido no menos de 8,224 soles. Los números no mienten.

Ello no obstante, una información oficial divulgada en simultáneo por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) nos llena de angustia e impotencia al revelarnos que, durante ese mismo periodo, el 40 por ciento de niños menores de 3 años que viven en Ancash padece de anemia. Cuatro de cada diez niños  ancashinos, convive con este fantasma.

De acuerdo con los lineamientos establecidos por la Organización Mundial de la Salud, en la medida que el promedio de anemia infantil supere el 20 por ciento, esta enfermedad perniciosa deja de ser un mal pasajero y pasa a ser considerado un problema de salud pública. Lo que no es para sub estimar sino más bien para tener muy en cuenta. Por tanto, para enfrentar el problema de la anemia hay que hacerlo bajo los criterios técnicos del Ministerio de Salud en contrapartida con los gobiernos regionales y municipalidades. Uno pone la técnica y los otros la infraestructura y los medios económicos. Entre otras cosas, para eso es el canon minero.

Pero para que este trabajo coordinado pueda concretarse, es indispensable que tanto los gobiernos regionales como las municipalidades, elaboraren e implementen programas de alimentación y nutrición correctamente sustentados, focalizando su aplicación ahí donde la anemia ataca con mayor severidad.

En el caso de Ancash, sin embargo, ni el gobierno regional ni las municipalidades han dado muestras de preocupación ante esta grave circunstancia. De ahí que las estadísticas se han encargado de confirmarlo. A la hora de programar en qué se van a invertir los recursos del canon, en lo único que se piensa es en financiar obras millonarias de ladrillo y cemento. Nada más. Por ningún motivo asoma en las mesas de trabajo, con los alcances que el caso requiere, el problema de la salud infantil. Sin medias tintas, es posible que eso explique el descontento que genera en la población el desempeño de sus autoridades.

Paradójicamente, vemos que en gran medida esta labor es asumida por instituciones extranjeras de ayuda  humanitaria, que cargan con el peso de mantener ollas comunes y comedores populares, incluyendo atención médica y reparto de medicinas. Una de estas instituciones, llamada “Mamma Mía”, estuvo regentada por la misionera italiana Nadia de Munari, cruelmente asesinada.

La anemia, no está demás recordar, se debe a una deficiencia de hierro en el organismo de los niños producto de un deficiente régimen alimentario, que repercute directamente en el desarrollo biológico. Una vez instalado, el mal se refleja en la deficiencia de productividad, es decir en  la pérdida de capacidad cognoscitiva de los niños, que años después, ya siendo adultos, deviene en un bajo rendimiento de la capacidad laboral. Si no nos equivocamos y sin ánimo de causar falsas alarmas, eso quiere decir que en este momento estamos  condenando a nuestros niños a enfrentar un futuro en inferioridad de condiciones. Buena herencia la que vamos a dejarles.

Tal parece que quienes dirigen el gobierno regional y las municipalidades de Ancash también padecen de anemia, pero una anemia burocrática e indolente que les impide ver más allá de sus propias narices. Por esa razón, los miles de millones del canon minero que pasan por sus manos, no se refleja en la salud de nuestra niñez. Eso es lastimosamente indiscutible. Y mientras esta situación se mantenga, mal haríamos en hablar de desarrollo. Esto es grave.