Editorial

LAS PENURIAS DE UNA HISTÓRICA INSTITUCIÓN EDUCATIVA

Después de revisar algunos documentos de archivo y luego de conversar con conocidos chimbotanos que en este momento transitan por la exclusiva base 8, hemos podido constatar que la institución educativa 89002, conocida durante muchos años como Centro Escolar de Varones 329, es el colegio estatal más antiguo y al mismo tiempo uno de los más emblemáticos de Chimbote.

Los referidos documentos revelan que esta institución educativa fue fundada el año 1900, con la designación inicial de Centro Escolar 313. Su primer local fue una antigua casona de adobe y madera que se hallaba frente a la Plaza 28 de Julio, desde donde años más tarde se trasladó a la tercera cuadra de la avenida Francisco Bolognesi. En 1935 el Ministerio de Educación cambió la denominación de este plantel por la de Centro Escolar de Varones 329, disponiendo su traslado a su actual e histórico local en la intersección de los jirones Leoncio Prado y Sáenz Peña.

Como es de suponer, por sus aulas han desfilado numerosas promociones de antiguos chimbotanos, muchos de los cuales recorrían patacalata las polvorientas calles de la ciudad. Asimismo muchos de sus profesores han dejado una huella imborrable en el recuerdo de esas generaciones, como es el caso de los señores maestros Eneas Sarmiento y Rusbel Menacho.

En vísperas de celebrar el 121° aniversario de su fundación, todos pensábamos hasta hace unos días  que la “Gloriosa 329” se encontraba entre las instituciones educativas mejor implementadas de Chimbote, tal como corresponde a su tradicional trayectoria, pero nos hemos dado con la ingrata sorpresa que no es así.

La semana pasada, la dirección del plantel ha lanzado una campaña a través de diversos medios de comunicación, mediante la cual está solicitando la donación de  laptos  y celulares usados para que los alumnos de este plantel, aquellos que carecen de estos implementos y cuya cantidad es considerable, puedan acceder a las clases virtuales del programa Aprendo en Casa, el mismo que, con más publicidad que efectividad, viene llevando a cabo el ministerio de Educación.

En el pedido de apoyo se explica que muchos alumnos no están en condiciones de seguir las clases virtuales porque sus padres, quienes disponen de un solo celular para toda la familia, no pueden dejar este aparato en casa por comprensibles razones de trabajo.

Ante esta indiscutible pero dolorosa realidad, la única pregunta que nos toma por asalto es ¿a dónde han ido a parar las laptos que supuestamente el Ministerio de Educación debió entregar a todos los escolares del país?. En el caso de Chimbote, la respuesta la tienen  los funcionarios de la Ugel Santa.

No entendemos por qué una institución educativa como la “Gloriosa 329” tenga que recurrir a personas de buena voluntad para contar con los implementos que el Estado está en la obligación de poner a su disposición.

Hace unos días, en esta misma sección comentamos el drama que enfrentan los alumnos del caserío Rayán, distrito de Jimbe, quienes no solamente carecen de estos equipos sino también tienen que cruzar riachuelos y trepar cerros para encontrar una señal. A ese paso, el drama bien podría convertirse en un desastre. ¿O ya se convirtió?