Editorial

¿A QUIÉN DEFIENDE EL FRENTE DE DEFENSA?

Algo que a estas alturas ya no se puede ocultar y menos tolerar, es el maltrato que viene soportando la ciudad de Chimbote por parte de quienes dirigen la Municipalidad Provincial del Santa y el gobierno regional de Ancash.

Durante los dos años y medio que ya está por cumplir la actual gestión municipal, no se ha vuelto a tocar el tema de la Vía de Circunvalación, que con tanto ruido se ofreció durante la campaña electoral. La congestión vehicular que reina en las calles céntricas de la ciudad sigue en aumento porque no existe una ruta de descongestión que hace mucho tiempo ya es indispensable.

Asimismo ya se cumplió dos años desde que se inició la remodelación del bulevar Isla Blanca, con igual ruido publicitario, sin que  hasta el momento se informe con exactitud el porqué de tanta demora. Cuando se inició la obra, el alcalde ofreció concluirla en sesenta días. No cumplir su palabra es una falta de respeto a Chimbote.

Dentro de dos meses se va a cumplir un año desde que el coliseo Paúl Harris, un patrimonio urbano de Chimbote, está invadido por cerca de cuatrocientos comerciantes que fueron desalojados del ex mercado Progreso.  Debido a la improvisación y también a la falta de un plan de contingencia, todo indica que este problema estallará en las manos de la próxima gestión edil.

El tendido de una ciclovía que invade los carriles de una de las zonas de mayor tránsito vehicular como es la prolongación de la avenida Pardo, no garantiza un mínimo de seguridad a ciclistas y choferes de transporte público. Tal como está concebida, la ciclovía es más bien una provocación al peligro que está causando preocupación a la población, lo que lamentablemente parece no importarle a las autoridades municipales.

A comienzos del presente año la Municipalidad Provincial del Santa autorizó a la Corte Superior de Justicia la invasión de 200 metros cuadrados del Pasaje La Cultura, un espacio de uso público que forma parte del patrimonio urbano de la ciudad y que es de propiedad privada. Hasta el día de hoy ni la comuna provincial,  ni la Corte Superior de Justicia, con toda la majestad que les asiste, se han tomado la molestia de brindar una explicación por esta afrenta. ¿Es acaso Chimbote tierra de nadie?

Hace ya varios años el ministerio de Vivienda puso en manos de la comuna provincial la ejecución del Proyecto de Tratamiento de Aguas Residuales P-TAR que consiste en evacuar fuera de la bahía los desagües domésticos  la ciudad. En marzo del presente año, la empresa alemana encargada del proyecto decidió retirarse debido a la falta de apoyo e interés por parte del municipio. No se sabe qué tiempo más los desagües de Chimbote, con toda su pestilente  carga de desechos líquidos y sólidos, seguirán cayendo directamente al mar, a orillas del turístico malecón Grau.

En los predios del gobierno regional de Ancash el ambiente que se vive es el mismo. El escándalo de las obras complementarias para la lucha contra el Covid que se han realizado en el Hospital Regional, no tiene cuándo acabar.  Mientras tanto, ya se perdido la cuenta de cuánto tiempo lleva en espera la compra del  terreno para el Nuevo Hospital La Caleta.

Dentro de este contexto, ya es una broma de mal gusto soñar con la ejecución de Chinecas y con la modernización del terminal portuario. Ninguna de las promesas de campaña se ha cumplido. Eso es una burla a la confianza que la población depositó a la hora de emitir su voto.

La semana pasada el gerente de la Sub Región Pacífico, en su afán de poner orden y transparencia en la gestión regional,  separó de su cargo a cinco funcionarios de cuestionada labor y no le tembló la mano para denunciarlos ante la fiscalía y procuraduría  anticorrupción. Sin embargo el gobernador regional, lejos de apoyar este tipo de profilaxia como todo el mundo esperaba, decidió destituir al gerente. En vez de sancionar al acusado, ha preferido castigar al juez. Sus razones tendrá.

Dentro de este contexto de frustración, y muy aparte de las denuncias que los medios de prensa realizamos a diario, hace falta escuchar la voz de las instituciones llamadas representativas. Esta no es una lucha individual sino colectiva. La ciudadanía en su conjunto tiene que enrostrar a las autoridades no solo su ineficiencia sino también su falta de responsabilidad y transparencia.

Hasta hace un tiempo, una de esas voces era la del Frente de Defensa de la Provincia del Santa, una institución de ancha base, contestaría y con voz propia, que en más de una oportunidad supo sacar la cara por Chimbote. Últimamente el frente no da señales de vida y más bien parece que optado por guardar un silencio fúnebre.

Lo ideal sería que, ante los hechos que hemos señalado líneas arriba, los dirigentes del frente de defensa también se pronuncien. Lo último que se supo de ellos fue el intento de llevar a cabo un proceso de revocatoria contra el actual alcalde provincial. Pero más  allá de la bulla que se hizo con la compra de planillones y la recolección de firmas, todo quedó en el más absoluto silencio. Qué raro ¿no?

Se sabe que algunas de las personas que en algún momento dirigieron esta organización solo reaparecen en época de elecciones, mientras  otros son ahora funcionarios de la comuna provincial y del gobierno regional. Quizá eso lo explique todo.