Editorial

LA LEY DEL MACHETE

Sorpresas tiene la vida. La culpa de Pedro la estaba pagando Juan. Como equivocadamente nos han hecho creer durante mucho tiempo, no son fumones ni gente de mal vivir quienes provocan los incendios forestales que tanto daño ocasionan a la zona ecológica Parque Metropolitano de Villa María. Por increíble que parezca, los autores de este atentado han resultado ser  las mismas personas que se dedican a la extracción ilegal de la flora silvestre que abunda en ese lugar.

Fieles a una arraigada costumbre ancestral, luego de cortar el recurso natural estas personas  proceden a prender fuego a los despojos que quedan a ras del suelo. Lo hacen, según ellos, para fertilizar la zona y de esa manera asegurar  mejores cosechas en el futuro.

Ello no obstante, no se sabe si por descuido o premeditación,  de lo que no se aseguran es de extinguir el fuego por completo. Eso hace que el viento reavive las llamas y desate pavorosos incendios que frecuentemente arrasan con esta reserva ecológica. Por lo demás, la densa humareda que cubre grandes extensiones afecta seriamente la salud de la población y crea serios problemas al tránsito vehicular.

Como ha dado a conocer ayer el DIARIO DE CHIMBOTE, esta lamentable realidad, que supera a la ficción, ha sido verificada por el notario de Nuevo Chimbote Gustavo Magán Mareovich. En un acta de constatación, que obra en poder de la policía, el notario Magán corrobora textualmente esta situación, basándose justamente en las declaraciones proporcionadas in situ por uno de los mismos extractores.

En su defensa, estas personas alegan tener  autorización para extraer la flora silvestre de este lugar. Sin embargo se sabe que desde el 2016 el Servicio de Flora y Fauna Silvestre del Ministerio de Agricultura ya no otorga ni renueva estas autorizaciones.

Pero tanto o más grave aún, es la actitud que asumen los extractores ilegales cada vez que los propietarios de terrenos privados localizados en las inmediaciones, les piden que se retiren. En forma desafiante y agresiva, los extractores amenazan con hacer uso de sus machetes si no les dejan proseguir con su labor depredadora.

Temiendo por su integridad física y víctimas del grave daño sicológico que genera esa actitud, los propietarios se han visto obligados a presentar la denuncia policial correspondiente y a solicitar garantías para ellos y sus familiares. Lamentablemente, afirman que hasta hoy no han obtenido ninguna respuesta favorable.

Igualmente preocupante es el hecho  que la propietaria de uno de estos terrenos ha señalado a la ex congresista María Elena Foronda Farro, de alentar y estar detrás de esta ilegal actividad. Nada de extraño tendría esta afirmación si no fuera porque la ex congresista dirige una ONG supuestamente dedicada a la protección del medio ambiente. Aún así y gracias a las influencias que afirma poseer, es ella quien se encarga de interceder ante las autoridades policiales para neutralizar las denuncias y defender a los depredadores. ¿Quién la entiende?.

Cabe señalar que la Municipalidad Provincial del Santa,  durante la gestión del alcalde Marcos Benites Guevara, delimitó en esa zona ecológica bajo la denominación oficial de Programa Parque Metropolitano, PROPAR. Se trata de 686 hectáreas que hace veinte años fueron declaradas zona  intangible nada menos que por el Tribunal de Garantías Constitucionales.

Eso significa que nadie puede hacer uso de la flora y fauna silvestre que prospera en ese lugar, pues eso sería atentar contra el equilibrio ecológico y arrasar la última reserva de vida silvestre que le queda a Chimbote. Pues además de ser el hábitat natural de aves migratorias y estacionarias, el  PROPAR es también el último pulmón para contrarrestar la contaminación ambiental que nos agobia.

Se sabe que existe en nuestra ciudad una fiscalía del medio ambiente y una policía especializada en la defensa ecológica. No se entiende cómo es que estas instituciones permanezcan indiferentes y  no actúen de oficio ante tanta ilegalidad. Es la ley consagrada por el estado de derecho la que debe imponerse y no la ley del machete.