Editorial

BOCATOMA ÚNICA NO SERÍA LA ÚNICA ALTERNATIVA

Luego de haberse publicado en el diario oficial El Peruano la ley que una vez más declara de interés nacional la ejecución del Proyecto Especial Chinecas,  una de las primeras reacciones ha sido desempolvar, al menos con la retórica,  el tema relacionado con la bocatoma única. Hipotéticamente eso significaría que tanto Chinecas como Chavimochic compartan en igualdad de condiciones un mismo punto de captación de las aguas del río Santa.  Pero con toda el agua que ha corrido bajo el puente, a estas alturas esa posibilidad más parece un sueño que una realidad.

En este mismo espacio, hemos resumido a grandes rasgos el drama que ha vivido y sigue viviendo Chinecas.  Hace 36 largos años, en mayo de 1985, a finales de su segundo gobierno el presidente Fernando Belaunde Terry creó  las Autoridad Autónoma del Río Santa. La propuesta específica era el aprovechamiento racional y básicamente equitativo de las aguas del río Santa a favor de los  proyectos Chinecas y Chavimochic.  Un aprovechamiento sin privilegios ni discriminaciones.

El eje central y punto de partida de este planteamiento consistía en la construcción de una bocatoma única para ambos proyectos, incluyendo asimismo un solo reservorio e inclusive una misma central hidroeléctrica.

Pero el 5 de setiembre de ese mismo año, a tan solo un mes de haber asumido la primera magistratura de la nación, el presidente Alan García literalmente mandó al tacho esa propuesta. De un solo plumazo, dispuso que cada proyecto se ejecute por separado, asumiendo sus propias contingencias y posibilidades. Adiós bocatoma única y adiós reparto equitativo de las aguas.

Como quiera que a partir de ese momento la suerte de cada proyecto pasó a depender exclusivamente de la voluntad política, Chavimochic empezó a caminar a pasos agigantados mientras Chinecas cayó postrado en una parálisis general.

Aún así el 19 de junio del 2007, el mismo Alan García, en la euforia de su segundo gobierno, se encargó de aplicar la estocada final a Chinecas. Ese día firmó la resolución suprema que dispuso su transferencia, de manos del INADE  a manos del Gobierno Regional de Ancash. Peor desgracia que esa, no puede haber caído sobre la agricultura ancashina.

En efecto, a partir de esa fatídica decisión Chinecas cayó en manos de la frivolidad política y del manejo más corrupto que registra la historia regional.  Con la invasión de sus tierras, promovida por el propio gobierno regional, y asimismo debido a la pérdida de confianza ante la inversión privada, se puede decir que Chinecas se hizo  el harakiri, algo de lo cual aún no puede reponerse.

Desde entonces hablar de bocatoma única no es otra cosa que hablar de una utopía y hasta de una broma de mal gusto. Es algo así como pretender revivir el pasado, con toda la pérdida de tiempo y toda la falta seriedad que eso significa.

Expertos en temas hidráulicos estiman que la bocatoma única no es la única alternativa. Si la nueva ley que declara de interés nacional la ejecución de Chinecas viene acompañada de una voluntad política por parte del gobierno central, lo correcto sería pensar en una bocatoma propia. Por algo el río Santa es patrimonio natural de Ancash.

Para eso, según los expertos, se va a necesitar de un estudio técnico serio y factible, que no inspire dudas ni suspicacias, y que más bien permita recuperar la confianza y todo el tiempo perdido. Eso por supuesto implica tener que pensar muy seriamente en separar la paja del trigo,  es decir hacer que el gobierno regional saque las manos de Chinecas.  Cualquier otra decisión equivaldría a seguir en lo mismo.