Editorial

::: CÓMO GANAR UNA BATALLA PERDIDA :::

No todas las noticias tienen porque ser malas. El Ministerio del Ambiente acaba de informar que, en lo que a limpieza pública se refiere, la municipalidad del vecino distrito de Coishco está cumpliendo con aplicar satisfactoriamente los estándares  de la Meta 3, lo que significa que dicha comuna viene aplicando en forma positiva el sistema relacionado con el manejo y eliminación de residuos sólidos.

Para decirlo en buen romance y para beneplácito de propios y extraños, lo afirmado por el ministerio del Ambiente atestigua que la municipalidad de Coishco está desarrollando un buen servicio de limpieza pública, todo ello a pesar de los limitados recursos económicos y logísticos de los que dispone. Lo que debe ser motivo de merecida satisfacción para los vecinos de ese populoso distrito.

Como para no desentonar ni perder el ritmo, el último fin de semana la Municipalidad Provincial del Santa realizó una campaña extraordinaria de limpieza con el recojo y erradicación de cinco toneladas de basura en el asentamiento humano Lomas del Cono Norte. Esta actividad posee el mérito de haberse realizado acogiendo el pedido de los propios vecinos, lo que constituye una saludable muestra de permeabilidad y receptibilidad que hace mucho tiempo no se veía por estos lares.

El buen manejo de residuos sólidos al que hace referencia el Ministerio del Ambiente, es en realidad una tarea  que conlleva enormes implicancias y repercusiones. La labor de limpieza pública a cargo de los gobiernos locales no solamente consiste en recoger la basura y trasladarla a otro lugar y, peor aún, en prenderle fuego. Esas prácticas del pasado no han hecho sino elevar los índices de contaminación ambiental y, para colmo, haber instaurado en muchas ciudades una mala y muy arraigada costumbre. Durante muchísimos años, vecinos y municipios hemos dado por aceptado que trasladar la basura de un lugar a otro bastaba para mantener a una ciudad limpia y libre de contaminación. ¡Qué equivocados estuvimos!

Entre muchas etapas y procedimientos de fiel cumplimiento que ahora exige el ministerio del Ambiente, el tratamiento de la basura debe efectuarse aplicando estándares que a su vez son resultado de convenios internacionales. Estos estándares  exigen y comprenden un sistema riguroso de separación, segregación y recolección selectiva de los deshechos ya sea sólidos, orgánicos e inorgánicos. Paralelamente eso implica la erradicación de puntos críticos así como la prevención de puntos potenciales que están a la vista de todo el mundo y que no son otra cosa que los tristemente famosos basurales.

A no dudarlo, en el caso de Chimbote esta situación aún se mantiene como el principal Talón de Aquiles. La presencia de enormes montículos de bolsas de basura en el centro de la ciudad y sus alrededores, sigue siendo motivo de enorme e insoportable malestar. Y para decirlo sin ambigüedades, en este aspecto hay que reconocer que la responsabilidad es compartida. Por un lado mucho tiene que ver la falta de una acertada programación en cuanto a horarios e itinerarios del recorrido que realizan los vehículos recolectores. Y por otro lado también tiene que ver el aprovechamiento de esta deficiencia que hace el propio vecindario. Cierto: una ciudad limpia no es la que más se barre sino la que menos se ensucia.

En tales circunstancias parece haber llegado la hora de revertir esta mala racha. Si bien es cierto que hemos estado perdiendo la batalla contra la basura y la contaminación del medio ambiente, también es cierto que logros como el de Coishco y la campaña realizada en Lomas del Cono Norte bien pueden ser un aliciente para renovar esfuerzos y llevarnos a ganar esta batalla.