Editorial

::: 10 AÑOS EN SALA DE ESPERA :::

Hospital La Caleta:

Se han cumplido 10 años desde que por primera vez se habló de la construcción del nuevo hospital La Caleta y hasta el día de hoy  este ofrecimiento no da ninguna señal de vida. Solo se mantiene en palabras y al compás de una espera sin plazo definido. Lo que si conoce a ciencia cierta es que este viejo anhelo de Chimbote para que pueda convertirse en realidad necesita de un primer paso, básico e indispensable, que hasta este momento no se ha podido cumplir.

Ese primer paso consiste en poner a disposición del ministerio de Salud el terreno del nuevo hospital, física y legalmente saneado. Sin eso,  es imposible dar el siguiente paso. Esta  responsabilidad la comparten el gobierno regional de Ancash y la Municipalidad Provincial el Santa.

Desde hace 10 años, hemos visto que por el gobierno regional han desfilado seis gobernadores, entre titulares y suplentes, mientras que por la comuna provincial lo han hecho seis alcaldes, también entre titulares y reemplazantes. Ni los unos ni los otros han cumplido con el saneamiento definitivo del terreno, por lo que es imposible saber fehacientemente cuándo empezará la construcción de la obra. Cada vez que un gobernador o un alcalde abren la boca para referirse a este tema, lo único que se les escucha decir es la consabida frase “antes de fin de año todo estará listo”. Lo que no especifican es a qué año se refieren concretamente.

En el 2011 el entonces presidente regional César Álvarez Aguilar, fiel a su estilo, anunció con bombos y platillos el inicio de la construcción del nuevo Hospital de los Pobres con una inversión de 180 millones de soles. En una actitud que solo cabe en el terreno de la audacia, Álvarez Aguilar adjudicó la obra y suscribió  el contrato de ejecución con la empresa constructora Consorcio La Caleta, aprobando incluso el otorgamiento de un adelanto del orden del 40 por ciento .

Desconocemos  si el ahora encarcelado ex presidente regional lo sabía o no, pero alguien le tuvo que recordar que los gobiernos regionales no están facultados para construir hospitales. Esa es una atribución que solo corresponde única y exclusivamente al ministerio de Salud a  través del Pronis. Los gobiernos regionales y las municipalidades, lo único que deben hacer es poner a disposición del Minsa el terreno, física y legalmente saneado. Por esa razón, el contrato firmado por Álvarez Aguilar fue a parar al tacho.

De acuerdo con una información que se conoció oficialmente hace dos años, por esta gracia el Consorcio La Caleta ganó al gobierno regional de Ancash un arbitraje por daños y perjuicios equivalente al 10 por ciento del presupuesto de la obra, demanda a la cual los procuradores de la región jamás se opusieron. Se afirma que  dicho monto fue negociado a una suma inferior, de la cual aún resta cancelar una buena parte. Ese es el precio  de la demagogia y  el afán de aprovechamiento. Así se maneja el  dinero de todos los ancashinos.

La última vez que se habló en voz alta sobre  el nuevo hospital La Caleta fue el 28  junio del 2018, en el auditorio del palacio municipal. Ante la presencia del presidente de la república Martín Vizcarra Cornejo y de la ministra de salud Dra. Silvia Pessah Eljay, el gobernador encargado de ese entonces  Luis Gamarra Alor, se comprometió públicamente a poner a disposición el terreno del nuevo hospital La Caleta “antes de un mes”.  Eso ocurrió en el 2019 con la gestión de Juan Carlos Morillo.

En la actualidad, setiembre del 2021,  tal como lo dijo el gerente de infraestructura del Gobierno Regional Alfredo Poma, el expediente se encuentra en su área y se han aprobado los planes médicos funcional y el plan médico arquitectónico por parte de la Diresa y a más tardar debe quedar listo el expediente técnico en la quincena del mes de octubre.

Si logran ese objetivo en su último año de gestión en el Gobierno Regional y la Municipalidad que debe sanear el terreno deberán correr para que al final empiece la obra. Lo que no queda ninguna duda es que la capacidad de gestión de nuestros gobernantes es la que no permite que tengamos la infraestructura que se necesita porque dinero, al fin y al cabo, hay.