Editorial

COMO EL AGUA QUE CORRE ENTRE LOS DEDOS

El miércoles último, los moradores de la urbanización Bellamar de Nuevo Chimbote pegaron el grito al cielo y razón no les faltó. Ese día, la hermosa obra de pistas, veredas y adoquinado que acaba de ejecutar la municipalidad distrital en ese sector amaneció cubierta por una putrefacta masa de aguas servidas producto del colapso de una matriz de la red de desagüe, un daño  que últimamente se ha hecho cotidiano en diversos lugares de Chimbote y  Nuevo Chimbote.

Expertos en temas sanitarios, con quienes hemos conversado antes de escribir este comentario, coinciden en afirmar que en vista de todos los recursos técnicos y logísticos de los que se dispone actualmente, eventos de esta naturaleza ya no tienen porque suceder con tanta  continuidad. Eso solo podría explicarse en el caso de causas externas y  ocurrencias impredecibles como sismos o inundaciones.

Por lo demás, añaden nuestros informantes, Sedachimbote dispone no solo de personal a dedicación exclusiva sino también de presupuesto y maquinaria  para realizar el mantenimiento de estas redes por lo menos dos o tres veces al año. Pero todo parece indicar que esta obligación solo está escrita en el papel, lo que explicaría el colapso cada vez más frecuente y sintomático de las redes de agua y desagüe. A eso se debe que los pobladores de Chimbote y Nuevo Chimbote amanezcan y anochezcan con la sicosis de tener que soportar en cualquier momento  esta clase de molestias.

Ante esta coyuntura, no está de más recordar que antes de empezar una obra de infraestructura urbana, tanto la municipalidad correspondiente como el contratista, están en la obligación de exigir a Sedachimbote un informe técnico acerca del estado en que se encuentran las redes de agua y desagüe de la zona donde se ubica la obra.  Solamente así  se puede garantizar la realización un buen trabajo y evitar con la debida anticipación la necesidad de tener que romper pistas y veredas recién construidas. A estas alturas ya no tenemos porque asumir cuantiosos gastos adicionales, que además ocasionan  graves daños a la salud.

Nuestros informantes aseveran asimismo que muy posiblemente esta contingencia, que ya parece fuera de control, tendría su origen en el caos interno que de un tiempo a esta parte estaría  enfrentando la empresa de saneamiento. Lo que a su vez estaría  repercutiendo directa y negativamente  en la calidad del servicio.

Un ejemplo. Ante la falta de información oficial, se ha podido conocer que el representante del gobierno regional de Ancash, organismo que no es accionista de la empresa, estaría presidiendo en este momento el directorio de Sedachimbote. Según los estatutos, dicho cargo le corresponde al representante de la Municipalidad Provincial del Santa que es la accionista mayoritaria y como tal tiene derecho a nombrar hasta tres miembros en esa instancia de la empresa. Por algo la presidencia de la Junta de Accionistas, que es la máxima autoridad, recae en el alcalde de Chimbote.

Quizá eso explique el vacío de autoridad que hoy en día impera al interior de Sedachimbote, que últimamente da la impresión de haberse convertido en tierra de nadie.

Mientras tanto, ni la comuna provincial ni la empresa de saneamiento han salido a informar en qué momento se reiniciarán los estudios para la implementación del Proyecto para el Tratamiento de Aguas Residuales, P-TAR. Como se sabe, ante la negativa de ambas instituciones de proporcionar los planos y otros documentos debidamente actualizados, los técnicos alemanes contratados por el ministerio de Vivienda para realizar dichos estudios optaron por retirarse a comienzos del presente año.

Se dice asimismo que por estos días el actual encargado de la gerencia general está más preocupado en su campaña para ser elegido decano del colegio de ingenieros, con lo que queda claro que la gestión de Sedachimbote está en este momento como el agua que se escapa entre los dedos.