Editorial

::: PARO LABORAL SI, ATENTADO NO :::

Esta ya es una antigua y pésima costumbre. Cada vez que los trabajadores de la Municipalidad Provincial del Santa realizan una paralización de sus labores, como siempre exigiendo el pago de derechos remunerativos, quien resulta pagando los platos rotos es la ciudad de Chimbote. Nada puede causar más molestia y perjuicio a la población que la suspensión del servicio de limpieza púbica y ese es precisamente el principal caballito de batalla del que se valen los trabajadores huelguistas para poner a la administración municipal de espaldas contra la pared.

Y eso sucede porque en la mente de los servidores municipales, todavía prevalece el anacrónico criterio según el cual  la mejor manera de poner al municipio de rodillas y obligarlo a que acepte cualquier tipo de reclamo, es ensuciando la ciudad.

En anteriores ocasiones hemos sido testigos del inmundo y bochornoso espectáculo que ofrecían trabajadores huelguistas al utilizar carros recolectores para inundar de basura el frontis del Palacio Municipal, nada menos que en la misma plaza de armas.

En esta oportunidad no han tenido mejor idea que pinchar las llantas de los camiones de limpieza pública para impedir que sean utilizados por otros trabajadores y puedan salir a cumplir con este vital diario. Por donde quiera que se le mire, a eso ya no se le puede considerar un acto de protesta ni mucho menos una forma lícita de reclamar derechos laborales. Por donde quiera que se le mire, eso ya es un chantaje y, por extensión, una perversidad.

De un lado está el daño material que se ocasiona a los bienes de una institución pública, un acto que amerita ser sancionado en la vía penal para evitar que se siga repitiendo. Por otro lado, se advierte en todo esto un inocultable ánimo de perversidad  toda vez que acciones de esta naturaleza  constituyen un atentado agravado contra la salud de la población. Peor aún si tenemos en cuenta que todavía nos encontramos en plena emergencia sanitaria,  enfrentando la eventualidad de una tercera ola. ¿A tanto puede llegar la distorsión de un reclamo laboral?.

Por lo mismo que el reclamo de los trabajadores en huelga responde a derechos adquiridos a través de pactos colectivos, toda la vida éstos han sido y pueden seguir siendo objeto de negociación. Pero lo que no se puede negociar  bajo ningún concepto es la limpieza pública de la ciudad. En gran parte, de ella depende la salud de la población y el medio ambiente.

En ocasiones como ésta, cabe demandar  a la autoridad municipal una postura más rígida sin que eso signifique caer en el abuso ni tampoco en la provocación, menos aceptar la imposición de chantajes. Por lo demás, es de suponer que, ante esta clase de paralizaciones, la Municipalidad Provincial del Santa está facultada para hacer uso de un plan de contingencia. La defensa del principio de autoridad así lo exige.

Pero mientras los trabajadores huelguistas ponían la nota negra protagonizando estos desmanes, un numeroso grupo de trabajadores estables y contratados que no acataron el paro, se encargaron de brindar una hermosa lección de civismo y urbanidad. Escoba en mano y con el apoyo de vehículos menores, ese mismo día éstos últimos limpiaron las principales calles del centro de la ciudad. Eso no soluciona el problema, pero es un mensaje oportuno y saludable que invita a una reflexión de las partes.

Nadie tiene porqué estar contra del reclamo de un derecho laboral ya que está de por medio el bienestar social de más de un millar de trabajadores municipales. Pero no por eso se puede causar malestar a más de trescientos mil habitantes.