Editorial

::: AMOS Y SEÑORES DE LA VÍA PÚBLICA :::

Pésima e inaceptable costumbre:

Conforme hemos dado a conocer en nuestra edición de ayer, un vecino del jirón Cusco, cuya vivienda se encuentra  entre las avenidas Pardo y Meiggs, no da muestras de ningún escrúpulo al estacionar diariamente su camioneta en la misma puerta de su domicilio, pero ocupando todo el ancho de la vereda y obligando a los demás vecinos a tener que caminar por la pista, exponiéndolos de esta manera a ser víctimas de cualquier accidente de tránsito.

Como se puede deducir,  en ningún momento ha pasado por la mente de este mal ciudadano la idea acerca del peligro que ocasiona su mal comportamiento, sobre todo en el caso de las personas invidentes y aquellas que se desplazan en silla de ruedas. Si por casualidad fuese consciente de esta  temeraria contingencia, queda claro que el malestar que causa a sus vecinos no le preocupa en absoluto.

Pero este no es el único caso de abuso que atenta contra la paz del vecindario y las normas de tránsito. Esta mala costumbre prácticamente se ha generalizado en todas las urbanizaciones de Chimbote y Nuevo Chimbote, donde vecinos inescrupulosos estacionan sus vehículos las veinticuatro horas del día ocupando las veredas y otros espacios de uso público, traspasando con ello los límites de  toda tolerancia.

Lo peor del caso es que cuando los demás vecinos  protestan por este  mal proceder,  en vez de disculparse y enmendar su actitud,  los infractores no tienen el menor reparo en reaccionar con actitudes groseras y hasta amenazantes. Alguien les ha hecho creer que son amos y señores de la vía pública y que nada ni nadie es capaz de impedírselo; al menos hasta este momento.

Siguiendo este ya intolerable mal ejemplo,  los propietarios de casi todos los establecimientos de venta y reparación de mototaxis que operan en Nuevo Chimbote, hacen exactamente lo mismo. Han convertido las veredas adyacentes en una ampliación de sus salas de exhibición y de sus talleres de reparación y tapicería, sin importarles en lo más mínimo  la molestia que ocasionan  al vecindario.

Como ya lo hemos dicho en más de una oportunidad, lo mismo sucede con los establecimientos comerciales que funcionan en las cuadras  7, 8 y 9 del jirón Manuel Ruiz, los mismos que también ocupan la vereda con toda clase de sanitarios, tubos de plástico, ladrillo y hasta montículos de agregados, sin que hasta este momento la autoridad municipal se atreva a impedirlo.

Pero si esto es ya de por sí una actitud que todos condenamos, lo que de ninguna manera se puede aceptar es que algunas instituciones del Estado, como la Policía Nacional, lejos de cumplir con su obligación de garantizar el orden, también compartan este mal ejemplo. La parte frontal de  sus locales  de Nuevo Chimbote y del que se halla en la esquina de los jirones Espinar y Sáenz Peña,  se han convertido en un depósito  callejero de vehículos chocados o intervenidos. Estos  llevan ahí semanas y meses oxidándose sin que nadie se preocupe por esta situación, ofreciendo a propios y extraños una pésima imagen de la institución.

El  mantenimiento del orden de la ciudad es  una de las primeras obligaciones de la autoridad municipal, no entendiéndose porqué   las veredas y otros espacios de uso público tengan que seguir  virtualmente secuestradas por quienes se consideran amos y señores de la vía pública.