Editorial

::: LA FRANQUEZA POR DELANTE :::

Textualmente, el  proyecto de ley N° 68-2021 aprobado este miércoles por el Congreso de la República declara de interés nacional  y necesidad pública la creación de la denominada Zona Franca de Chimbote. Pero ojo, esta norma legal, que ha sido aprobada por insistencia, no crea la Zona Franca de Chimbote. Lo único que hace es declarar la necesidad de su creación, hecho que es totalmente distinto y que no tiene a su favor un plazo establecido ni establece el procedimiento a seguir para arribar a ese objetivo.  No está de más recordar que en recientes periodos legislativos se han aprobado otras leyes “declarativas” como la modernización del puerto  y la creación del distrito San Pedro, solo por citar dos ejemplos, que tal como lo define el argot popular  no son más que un saludo a la bandera.

Desde estas páginas, somos los primeros en solidarizarnos con  toda iniciativa que, a partir del principio de factibilidad,  incentive el desarrollo industrial y la exportación de productos elaborados en Chimbote, potenciando con  ello la creación de nuevos puestos de trabajo. Puede tratarse de una Zona Franca, un Parque Industrial o cualquier otra modalidad que promueva el emprendimiento.

Pero debido a la interminable fila de promesas olvidadas y plazos incumplidos a la que nos tienen acostumbrados nuestros políticos de turno, el anuncio de la Zona Franca nos obliga esta vez a tomar las cosas con pinzas y extremada reserva, máxime si se trata nada más que de una declaración o planteamiento teórico, que no tiene como contrapartida el sustento de la práctica.

Para ser tomado en cuenta, un anuncio de esta naturaleza necesita estar acompañado de precisiones muy elementales, como fuentes de financiamiento, estructura orgánica, proceso de implementación, amén de otros  aspectos  técnicos, legales y aleatorios.

Por lo demás, la experiencia nos ha demostrado que las leyes declarativas no son más que la expresión de una buena voluntad y una manera de calmar los ánimos  de algunos sectores de la población.  Chinecas es un ejemplo.

No está demás recordar que en 1990 Chimbote ya tuvo una Zona Franca cuya gestión cayó en manos de la Municipalidad Provincial del Santa. Pero tal como sucede cuando algunas autoridades sufren de miopía  y sordera, el proyecto fue borrado de un plumazo por la gestión municipal que se instaló en enero de 1996. Que se recuerde, ninguna institución ni gremio industrial dijo nada al respecto en esa ocasión.

Por lo demás y conforme lo establece la actual Constitución, en el hipotético caso que prospere la iniciativa de crear una nueva Zona Franca, ésta ya no será un organismo gubernamental  ni otro ente burocrático financiado y sostenido por el estado, como posiblemente se alucinan sus gestores. En este momento el estado está impedido de meter las manos en lo que a inversión  privada se refiere.  Las empresas públicas, con excepción de aquellas que tienen que ver con la estrategia del desarrollo nacional, ya son cosa del pasado. Pescaperú es otro ejemplo.

En ese sentido, no deja de llamar la atención que el sueño de una nueva Zona Franca coincida con la propuesta de un funcionario municipal quien se apresta a participar en las elecciones del próximo mes de octubre, nada menos que como candidato a la alcaldía provincial del Santa.

Desde nuestro modesto entender, pensamos que lo mejor que se puede hacer con respecto a la zona franca, es hablar con la franqueza por delante.