Editorial

::: COMO EN LA ÉPOCA DE LAS CARABELAS :::

Terminal portuario:

Hace unos días, después de un tiempo considerable,  en las instalaciones del terminal portuario de Chimbote se realizó el embarque de 3,500 toneladas de harina de pescado con destino a Australia. En el fondo, nada de extraordinaria tendría esta operación marítima si no fuera por las ingratas revelaciones que una vez más han vuelto a salir a la luz en torno al terminal.

A diferencia de los demás puertos del Perú y el mundo donde  embarques de esta naturaleza se realizan con el sistema de contendores, el embarque realizado en Chimbote se hizo utilizando las anticuadas maniobras de paquetes, con el empleo auxiliar de amarras y grúas, que ya son cosas pasado y, sin exagerar, nos remonta a la época de las carabelas.

Hasta donde hemos podido averiguar, embarques no solo de harina sino también de aceite de pescado, minerales y otros productos, ahora se realizan empleando el sistema de contenedores, pues así  lo disponen las normas que rigen el transporte marítimo internacional. Además de facilitar las maniobras de embarque y desembarque, el contenedor es garantía de un transporte libre de contaminación, tanto sanitaria como ambiental.

Por esa razón, muchas empresas pesqueras de esta parte del país realizan sus  embarques por El Callao, Salaverry e incluso Paita, menos por Chimbote. Pues  a nuestro terminal marítimo aún no han llegado los beneficios de la modernización. Seguimos viviendo en otra época. ¿Es así cómo queremos competir con otros puertos?.

Igual que lo sucedido con Chinecas, la transferencia en el 2011 del terminal  portuario de Chimbote a manos del gobierno regional de Ancash, fue un hecho que significó no solo su paralización en el tiempo sino también su retroceso. En diez años de administración regional, el que fuera uno de los puertos líderes del movimiento marítimo nacional ocupa actualmente el último lugar de la tabla  en lo que a embarque y desembarque se refiere, aún por debajo del movimiento que registran los puertos fluviales de nuestra Amazonía.

A pesar de todo, hasta este momento no se vislumbra ningún indicio que nos lleve a pensar que esta situación pudiera revertirse. Por el contrario, todo indica que la tendencia es a seguir empeorando. Propuestas disparatadas como aquella del famoso “megapuerto”  y anuncios gaseosos como la modernización del terminal y la construcción de un patio de contenedores, hasta este momento solo han servido para alimentar falsas expectativas y nada más.

Apelando al principio ineludible del sinceramiento, creemos que a estas alturas el gobierno regional de Ancash es consciente de sus limitaciones para seguir manejando y hallar una fórmula para reflotar el terminal portuario.  En diez años de gestión, nada ha hecho por cambiar esta situación. La plataforma del muelle, las grúas y otras instalaciones vitales, siguen siendo las mismas que puso allí la Corporación Peruana del Santa hace ya más de sesenta años.

Ante este panorama que solo genera desaliento e incertidumbre ¿no sería sensato que el gobierno regional de Ancash considere la posibilidad de devolver el terminal marítimo de Chimbote a manos del gobierno central?. Nos atrevemos a pensar que esa podría ser la mejor gestión que puede realizar a favor del terminal. ¿Para qué seguir siendo un obstáculo en vez de ser un facilitador?.

Bajo la gestión directa del gobierno central y de la mano de Proinversión, otro podría ser el futuro inmediato de Chimbote. Eso mismo ha sucedido con los demás puertos del litoral. ¿Por qué tenemos que seguir en la época de las carabelas?.