Editorial

::: UN SEGURO INSEGURO :::

Es ampliamente conocido que entre muchos más, dos de los medicamentos de mayor demanda por parte de los asegurados de Essalud son Retinol  y Metformina.  El primero es una fórmula de vitamina A que ayuda a los pacientes de cualquier edad  a superar los males oculares, especialmente aquellos que afectan a la retina. El segundo es un fármaco indispensable para el tratamiento de los asegurados que  padecen de la terrible diabetes.

En ambos casos, y en lo que se refiere al ámbito de la gerencia de Ancash de Essalud cuya sede es la ciudad de Chimbote, el  número de asegurados   que necesitan a diario de estos dos medicamentos suman decenas de millares. Se trata de pacientes que residen en toda la zona costa y  gran parte de la zona sierra de la región Ancash.

Sucede sin embargo que, de un tiempo a esta parte, las farmacias de los hospitales de Chimbote y Nuevo Chimbote que pertenecen a  esta institución, se hallan totalmente desabastecidas de Retinol y Metformina.  De nada vale que los pacientes que requieren de estos fármacos realicen un enorme esfuerzo para  desplazarse desde sus domicilios, ya que ni bien  llegan a la ventanilla de las farmacias se dan de cara con la misma y desconcertante respuesta: “Su medicina todavía no llega”.

El calvario de esta gente encuentra un paliativo en las farmacias de la localidad donde hay un buen stock de estas medicinas, incluso dentro del rubro de medicamentos genéricos. Pero esa, desde luego, no es la solución. Pagar seguro para tener que curarse en la calle, es algo que no cabe ni en los principios ni en los fines  del  llamado sistema de seguridad social. Algo malo debe estar pasando en el manejo administrativo y logístico para que las farmacias de esta institución hayan llegado a esta  caótica situación.

Hasta hace unos años los asegurados de Essalud podían ser atendidos en cualquier establecimiento de la institución, y bajo cualquier circunstancia, así el empleador  no haya  cumplido con efectuar el pago correspondiente.  Hoy en día  la cosa ha cambiado por completo. Por más que el asegurado haya sufrido el descuento de su aportación por planilla, ni él ni sus familiares pueden ser atendidos si  es que el empleador no ha cumplido con hacer dicho pago. Esta vez no se perdona ni siquiera un  mes de atraso, así el mundo se esté cayendo por pedazos. ¿Cómo se explica entonces que, habiendo liquidez, en Essalud puedan faltar medicamentos?. Justos no pueden pagar  por pecadores.

Pero si eso viene sucediendo con las medicinas, que es un aspecto de vida o muerte,  exactamente lo mismo ocurre con el caso de las benditas citas y referencias. Hay decenas de  asegurados que ya llevan un año esperando una cita oftalmológica sin que  nadie le diga con exactitud hasta cuándo debe seguir esperando. Aquella promesa de “no se preocupe, lo vamos a llamar por teléfono” ya se ha convertido en una broma de pésimo mal gusto.

El mismo martirio también lo padecen decenas de pacientes que, semanas tras semanas, están a la espera de ser transferidos a hospitales especializados  de Trujillo, Chiclayo y Piura, para ser sometidos a intervenciones quirúrgicas que también pueden ser de vida o muerte.

Algo tienen que hacer los funcionarios de Essalud para que el servicio de atención responda a las necesidades del asegurado. Después de todo, ésta no es una atención gratuita sino un servicio que ahora se paga puntualmente y por adelantado. En definitiva, ya no estamos para seguir manteniendo un seguro inseguro.