Editorial

::: ESA MALDITA PARED :::

Hace aproximadamente treinta años los propietarios de la empresa pesquera Gama decidieron ampliar los linderos de su local levantando para ello una pared de ladrillo, fierro y cemento en plena vía pública; esto es en el pasaje Santa Rosa que une las avenidas Pardo y Meiggs en el pueblo joven Miraflores Alto III Zona y está a la vista de todo el mundo.

Desde entonces la pared se mantiene a mitad de calle, aparentemente sin que la Municipalidad Provincial del Santa se dé por enterada del asunto ni haya sido capaz de mover un solo dedo para iniciar el proceso de demolición. ¿De qué ordenamiento urbano se puede hablar en esas condiciones?. Aparte de constituir una perniciosa indiferencia, esta actitud ha puesto de manifiesto una clamorosa falta de autoridad municipal y además está dejando muy en claro que en Chimbote cualquiera puede hacer lo que le dé su regalada gana.

A pesar de las tres décadas que han transcurrido, todo indica que esta situación hubiera continuado sin llamar la atención de ninguna autoridad si no fuera porque la presencia de esta pared acaba de poner en riesgo la continuidad de una obra de pistas y veredas que viene ejecutando la comuna provincial del Santa a un costo de 15 millones de soles.

De acuerdo con un informe elaborado por la Contraloría General de la República, resulta imperdonable, por decir lo menos,  que ni la municipalidad  ni la empresa contratista hayan advertido esta irregularidad a su debido tiempo. ¿En qué estaban pensando los funcionarios municipales y los representantes de la empresa constructora a la hora de firmar el millonario contrato?

Hasta donde se sabe, para el caso específico de la ejecución de una obra de esta naturaleza el Reglamento de Contrataciones con el Estado exige que la municipalidad ponga a  disposición del contratista el terreno debidamente saneado, particularmente en lo que se refiere al aspecto legal. Pues en caso de existir algún inconveniente de orden físico o legal como es la presencia de una construcción clandestina, la obra corre el riego de quedar paralizada como bien lo acaba de advertir la Contraloría.

Cosas como ésta no son ninguna novedad en Chimbote. Hace cinco años un incidente similar ocurrió durante la construcción de  la Prolongación del jirón Alfonso Ugarte cuando los propietarios de una vivienda construida en plena vía pública se resistieron a abandonarla obligando a paralizar la obra. No obstante que al final se impuso la ley, este impase generó muchos retrasos y gastos adicionales siendo una lección que lamentablemente no ha sabido aprovecharse.

La pared levantada por pesquera Gama tiene que ser demolida sí o sí. Para eso, las autoridades municipales deberán ajustarse bien los cinturones y recordar las palabras que pronunciaron a la hora de juramentar el cargo: cumplir y hacer cumplir las leyes. Una maldita pared no puede interponerse en el camino que conduce al desarrollo de Chimbote.