Editorial

::: ES MEJOR TARDE QUE NUNCA :::

Complejo deportivo San Pedro:

Después de diez años de haber permanecido en condición de obra paralizada, el próximo 15 de mayo el gobierno regional de Ancash entregará a la comunidad el complejo deportivo  San Pedro ubicado en el pueblo joven  del mismo nombre. Como todos recordamos, desde  el año 2012 ¡cuándo no, durante gestión de César Álvarez Aguilar! esta obra quedó completamente abandonada sin que el ahora encarcelado ex presidente  regional  se atreviese a dar una explicación sobre el particular.

A partir de ese momento la obra pasó a convertirse en  uno de los tantos monumentos consagrados a la corrupción que existen a todo lo largo y ancho de la región Ancash.  Pero si algo bueno pudiera rescatarse de esta aleccionadora experiencia, es el consuelo de saber que, en efecto, es mejor tarde que  nunca.

Igual que todas las obras que la gestión de César Álvarez dejó inconclusas o mal ejecutadas, la mayoría de las cuales aún se mantienen en esa condición, la construcción del complejo deportivo San Pedro fue abandonada a los pocos meses de haberse iniciado. No hace falta acudir a una bola de cristal para llegar a saber que la causa del problema es la misma: haber  convocado la licitación y firmado el contrato correspondiente sin que el presupuesto de la obra haya sido aprobado ni autorizado por el Ministerio de Economía y Finanzas. Es decir, sin poseer aún el código SNIP (Sistema Nacional de Inversión Pública).

Por entonces, ya se había convertido en una costumbre asolapada  la adjudicación de millonarias obras que incluían un adelanto de hasta el 40 por ciento, acudiendo para ello a la ilegal transferencia de otras partidas presupuestales “con cargo a regularizar” posteriormente. Lo único que importaba en ese momento era firmar el contrato de obra y entregar al contratista el adelanto previamente acordado.  Lo demás era lo de menos. En todo caso, lo que más importaba  era la colocación de la primera piedra, con bailecito incluido y nada más.

El problema venía a las pocas semanas cuando el adelanto se agotaba y el contratista ya no tenía dinero para el pago de personal, alquiler de maquinaria y compra de materiales. Para colmo,  el SNIP no había cuando salga debido a que los expedientes técnicos eran observados por haber sido elaborados a la ligera y estar plagados de inconsistencias. Para cuando el contratista y la población supuestamente beneficiada exigían la intervención del presidente regional, ésta ya se encontraba muy ocupado en la adjudicación otras obras, todas ellas mediante la misma modalidad y con las mismas consecuencias.

Desde que la construcción del complejo San Pedro quedó paralizada hace ya diez años,  han desfilado por el gobierno regional ocho gobernadores, entre titulares y suplentes, y ninguno de ellos ha sido capaz de poner las manos en la obra. Para demostrarlo ahí están los coliseos cerrados de Chimbote y  Coishco, los colegios Inca Garcilaso de la Vega de la urbanización El Trapecio y Santo Domingo de Guzmán del distrito de Tauca, solo por citar unos ejemplos.

La lista es tan larga que ha llevado a los funcionarios de la actual gestión regional a codificar un rubro denominado “obras abandonadas”, el mismo  que todos quisiéramos que desaparezca o por lo menos se reduzca en los ocho meses que aún  quedan de aquó hasta diciembre. No se puede negar, es mejor tarde que nunca.