Editorial

OTRO CUENTO CHINO

Hospital El Progreso:

Después de once meses de haberse iniciado la obra de construcción del nuevo hospital El Progreso y  luego de haber alcanzado en todo ese tiempo apenas el 8 por ciento de avance, el viernes de la semana pasada el Programa Nacional de Infraestructura de Salud, PRONIS,  se vio en la obligación de rescindir el contrato  suscrito con el Consorcio Progreso, encargado de su ejecución, el mismo que está conformado por las empresas China Railway N° 10 Engineering Group y China Tiesiju  Civil Engineering Group.

En el marco de una enorme expectativa, el contrato para la ejecución de esta obra se firmó el 02 de julio del año pasado y fue sin lugar a dudas la mejor noticia que pudo haber recibido la ciudad de Chimbote en medio de los azotes provenientes de la tercera ola del covid. El inicio de esta obra, por la que tanto se luchó a los largo de los últimos quince años, representó en ese momento la más grande esperanza para la salud de una población estimada en más de 80 mil habitantes.  Las precarias condiciones en las que venía funcionando este antiguo centro de salud, ya no eran dignas de mantenerse un día más.

Con un  presupuesto de 54 millones de soles, el plazo para la ejecución del nuevo hospital fue fijado en quince meses, que vence el 2 de octubre del presente año. Pero a finales de marzo, cuando se pensaba que las cosas marchaban por el camino correcto, el presidente  de la Federación Médica de Ancash, Dr. Leandro Pérez Rodríguez, se encargó de darle a Chimbote una mala pero sincera noticia.  Al cabo de nueve meses de haberse iniciado la obra, ésta se encontraba totalmente paralizada, alcanzando apenas un insignificante 8 por ciento de avance.

Ante el  impenetrable silencio del Consorcio Progreso y de los propios funcionarios de PRONIS, la noticia dio lugar a una serie de especulaciones que, como es de suponer, exigían una necesaria y urgente explicación. Se habló de incongruencias en el expediente técnico relacionadas con la omisión de dispositivos antisísmicos, detalle que los especialistas en construcciones consideran una falla garrafal. Pero también se habló del desabastecimiento de insumos y materiales debido al incumplimiento de pago a proveedores por parte del contratista. Esto, en términos de gestión pública y empresarial, no es otra cosa que informalidad y falta de seriedad.

Sea como fuere, la obra no tenía por qué pagar culpas ajenas y por consiguiente la rescisión del contrato tampoco tenía por qué tardar más de la cuenta. Ahí nomás PRONIS debió tomar al toro por las astas y sin mayor pérdida de tiempo  convocar a un nuevo contratista. La reanudación de la obra era y sigue siendo de carácter perentorio.

En lo que respecta al tema de salud, Chimbote vive en permanente estado de emergencia y ya no está para soportar más  desatenciones. Ya bastante tenemos al haber perdido la cuenta de todos los ofrecimientos que se han hecho sobre la construcción del nuevo hospital La Caleta, proyecto del que nadie ha vuelto a ocuparse hasta este momento.

En todo caso, lo único que nos queda  insistir es que esta vez se adjudique la continuación de la obra del hospital El Progreso a una empresa  de probada solvencia y responsabilidad, que asimismo haya recibido el respaldo del Sistema Electrónico de Adjudicaciones y Contrataciones con el Estado (SEACE) y del Organismo Supervisor de Contrataciones con el Estado (OSCE).

En este sentido, no deja de llamar la atención que una de las empresas que integran el Consorcio Progreso, China Railway N° 10 Engineering Group, aparezca comprometida en la irregular adjudicación de la obra de construcción de un hospital en Puno, como lo acaba de  denunciar  el programa dominical Cuarto Poder. No es que seamos extremadamente maliciosos, pero con todo lo que estamos viendo a nuestro alrededor, ya no estamos para tolerar otro cuento chino.