Opinión

VUELO EN GLOBO

Por : Miguel Rodríguez Liñán (*)

La historia del globo o aerostato es vieja, su invención data de 1783, la época de Louis XVI y Marie-Antoinette… En junio del mismo año, un globo inflado con aire caliente se eleva a dos mil metros de altura y recorre tres kilómetros… En setiembre, en otro vuelo de prueba, la gran canasta o  « nacelle » transporta un pato, un gallo y un borrego, para probar que no hay peligro… En noviembre se realiza el primer vuelo por encima de París… Los inventores son dos hermanos, papeleros de profesión, Joseph y Etienne Montgolfier, por este motivo en francés, globo se dice « montgolfière ».

      En esto pensaba ensoñador, informado por Wikipedia, durante la confección del « taboulé », un plato de la cocina levantina a base sémola, tomates, menta, pimentón, cebolla, berenjena y otras yerbas, mejorado por las artes culinarias de Boconcita, aquel jueves. Pronto, viajaríamos a Vichy, cerca de Clermont-Ferrand, departamento le Puy-de-Dôme, región Auverge-Rhône-Alpe, donde, por primera y tal vez última vez en esta vida pasajera, volaría en globo sobre lagos, estanques, volcanes extintos totalmente verdes, en Francia la bella.

      Esto pasa el día de la ascensión simbólica del corpus christi rumbo a los cielos de la conciencia, y yo ji ji ji, ja ja ja, ¿vuelo en globo, mimo Julio Verne? ¡Pero por supuesto!… ¿Lago de Chambon? ¿Monts Dore? ¿Parque natural regional de los volcanes de Auvergne? ¡Allá vamos! ¡A sobrevolar esas maravillas en globo! ¡Otro sueño de infancia que se realiza! me repito con constancia… ¿Edad geológica de los volcanes?… Apenas tres millones de añitos… ¿Y mi gato? ¿Qué hacemos con mi gato? ¡Que no joda! ¡No se va a morir porque se queda solo dos diítas! pienso categórico, se queda en el balcón como un gran señor, se queda en su otro refugio, tiene abundante agua, tiene medio kilo de suculentas croquetas purina a base de harina de pescado… ¿Y tu mamá mi suegra? Lo siento pero tendrá que quedarse sola, dice Boconcita, ya no podemos postergar el vuelo, es ahora o nunca, es una gran oportunidad gracias al clima y al viento favorables…De modo que yo me digo por dentro, caballera suegra, caballera, porque ese domingo de nuestro viaje era el día de la madre en Francia, caballera suegra, caballera.

      Con ligero atraso respecto a la hora convenida, llega Eliott a recogernos, lo esperamos en la parada de bus, un pata joven llamado Franck, que también va a Vichy, lo acompaña… Como viene de Puylobier, Franck habla de los pueblos aledaños, Pourrières (Bonjour, Germain Nouveau !), Saint-Antonin, y de la vuelta a la majestad de la Santa Victoria, luego nos enteramos que es un especialista de vinos, ahora tiene puesto fijo en Vichy, adiós al sur resplandeciente, voy pero seguro vuelvo, dice… Mientras tanto, se habla de un concierto en Lacoste, y yo admiro los viñedos dorándose al sol rumbo a Salon de Provence, también se habla de la emblemática montaña, Boconcita ha subido varias veces hasta la cima, yo ninguna, en otra vida será, ahora no podría ni por arte de magia, en fin, no hay que quejarse, en fin, huevadas, pero cuando el tiempo es despejado y claro, dice ella, desde allí puede verse Córcega… Entonces, en hablando y hablando, Eliott nos informa que hubo ayer un fuerte terremoto en el Perú, cuando aparece la columna vertebral de piedra de los alpecitos, les Alpilles, y yo me acuerdo del terrible, del inolvidable sismo del 70.

      El coche traga raudo el asfalto, atravesamos en este momento un letrero que dice Orange, ciudad romana, y el letrero azul de la autopista dice Lyon Valence Montélimar… Mientras tanto, picoteo por momentos extractos de Chateaubriand, leo poemas que nunca habría leído en otras circunstancias, una antología de poesía francesa del siglo 19, poemas ilustres de Alphonse de Lamartine, Victor Hugo, Alfred de Vigny, Alfred de Musset, Charles Baudelaire, Gérard de Nerval, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Marceline Debordes-Valmore etc. etc… Picoteo por aquí, picoteo por allá, apunto el nombre de Aloysius Bertrand, apunto y apunto nombres, aunque probablemente no los leeré, Théodore de Banville, José-Maria Heredia, Charles Cros… ¿Y Lautréamont? ¿Dónde está Isidore Lucien Ducasse comte de Lautréamont? Verifico una y otra vez… Pero no… ¡No está! Y el coche avanza, pero al cabo de una hora y media de circular sin dificultad, ¡tapón en la autopista!… La radio da malas noticias… Uno… Dos accidentes… Dos, tres horas de atraso, o de pronto más, ¿qué hacemos?… En lo alto de una altísima pared de piedra de un cerro que parece haber sido cortado como un pastel, veo la fortaleza de Mornas, que data del siglo once… Eliott sugiere cortar camino o cambiar de trayecto por l’Ardèche, estamos de acuerdo, pronto serán las doce y yo me froto las manitos de borrachín irredento, es la hora de mi chela helada de medio litrongo, y como el pata Franck sabe mucho de vinos y como ahora hablamos de tragos, hacemos una evocación de los poemas consagrados al vino por un tal Charles Baudelaire.

      Cuando uno habla de globos, dice Eliott, pensamos por lo general en la Vuelta al mundo en ochenta días, o en la vuelta al día en ochenta mundos, pienso evocando a Cortázar, cuyo nombre completo era Julio Florencio Cortázar Descotte (me informa Wikipedia), pero no, sigue diciendo, hay una obra de Julio Verne exclusiamente consagrada al globo que se titula Cinco semanas en globo, que relata un viaje de tres ingleses por el continente africano, bon, on coupe par Bollène ? On coupe ! ¡Mistral en Bollène!… Puente sobre el río Rodano, trigales, viñedos, cerezos, almendros, cipreses… Previamente, como hablábamos de bebidas y de beber, yo le había citado a Franck a Bryce Echenique, « más vale ser un borracho conocido que un alcohólico anónimo »… La verdad, estamos algo perdidos, pedimos información en un bar, de nuevo puente sobre el Ródano, sobre su majestad, la proa de nuestra nave, ahora, apunta a Aubénas.

      En el camino, al ver ese nombre en el frontispicio de una institución, me intereso en la vida y obra, en la pasión y muerte de un gran aventurero del ser llamado Charles de Foucauld, de inmediato me informa Wikipedia… Tiens ! ¡Hace poquito lo canonizaron! ¡Ya llegamos a Aubénas!… Nos aparcamos… Pero al cabo de una infructuosa búsqueda de restaurant ese domingo, optamos por un sabroso y grasoso chiche-kebab a base de cordero, con sus respectivas papas fritas, una ensalada para Eliott, Franck se abstiene, he tomado un buen desayuno dice, y ahora estamos en el Bar le Panorama, chelas para nosotros, un juguito de albaricoque para Boconcita,uf, es un momento de paz súbita después de cierta tensión.

      Luego sigue el viaje al centro de la Tierra, al meollo del volcán, y yo apunto el nombre de los pueblos, el nombre, le Puy, la Bégude, Langogne, Neyraches-les-Bains, Malpas, Thueyts, Lalévade d’Ardèche, y el coche avanza, ávido de asfalto… de pronto aparecen bellas cabras marrones pastando los prados verdes, tilos y castaños, así como una incesante proliferación de las florecitas amarillas, una especie de retama dice Boconcita la botánica, pero diferente de la retama, estas no tienen perfume, por ejemplo… Al pasar por un sitio llamado Château de Ventadour, pienso en el ilustre trobador Bernard de Ventadour, y siguen desfilando los nombres de pueblos, Jaujac, Barnas, Issanlas, donde los deliciosos prados exhiben el cuadro bucólico de un rebaño de vacas blancas con manchas negras allí acostadas, y luego una brusca proliferación de florecitas azules… El coche traga y traga kilómetros de brea hirviente, y los letreros siguen recitando su canción de nombres, el nombre, Solignac, le Monastier, Château de Clavaniac Lafayette, Clermont–Ferrand por fin, allá vamos, Aurillac, Saint-Etienne, le Puy-en-Velay, de nuevo vacas blancas con manchas negras pastando apaciblemente, de nuevo la autopista, uf, de nuevo volamos, rubios rodillos de heno en los campos, evitamos Clermont, Eliott acelera, llegamos a Vichy.

      En la rue de Paris, que es la arteria principal, nos despedimos de Franck… Luego, confortablemente nos instalamos en el piso alquilado, salimos a dar una vuelta por la ciudad, y tipo siete y media ocho recalamos en la crepería Joséphine, crepas y cidra, crepas y vino… De vuelta al depa, la tele nos sumerje en la máquina del tiempo gracias al Amante de Lady Chatterley en excelente versión, bon, à demain, sueño bueno y merecido, todo esto esperando el vuelo en globo, mañana al atardecer… Y yo como un niño fascinado ante tal perspectiva, me siento, por así decirlo, a punto de transponer otro umbral de la vida, puesto que realizaría, que concretizaría un sueño de infancia… ¡Volar en globo!

      Por la mañana de aquel lunes, Eliott nos conduce a un gran paseo que parte de la rue de Paris, pasamos de nuevo frente a la crepería Joséphine, visitamos las fuentes de agua termal, luego rumbo al río Allier, paseamos por un gran parque, visitamos hermosas casitas multicolores de la época de Napoleón, a lo lejos vemos el puente sobre el río, de nuevo el parque, luego de vuelta a la ciudad… Almorzamos sabrosamente en un restaurant indio pakistanés exquisitos platillos, pollo biryiani, una chela india, medio litrongo de rosé, yo maravillado por los admirables camareros, aquí, en la Place Charles de Gaulle, antes de dirigirnos a Orcines, al Puy-de-Dôme exactamente, donde ahora estamos después de algunas peripecias.

Somos los primeros, ahora ya llega la camioneta con el globo, presentaciones, luego otra camioneta Land-Rover, llegan otros pasajeros, diez en un globo, ocho en otro, y tanto me alegro porque ya llegó el momento y lo esperamos en los campos de Auvergne… Dependemos de la meteorología, dependemos del capricho de los vientos, y todo pasa como un sueño, participamos a la edificación del globo que mide más de treinta metros, ahora volamos y los paisajes se dilatan, los volcanes nos esperan, lagos y lagunas allá abajo, una hora y diez minutos de sueño, es como estar en avión pero al aire libre, envueltos por el espacio sideral, por eso que algunos llaman la nada… ¡Pero la nada no existe! ¡Sólo el espacio sideral que todo contiene!… José de Francia, nuestro piloto capitán del globo, sueña, por qué no, con volar encima de la cordillera… Y yo me siento hermosamente drogado de viento, de espacio sideral, de aire… ¡Vuelo en globo!

(*) Escritor y Poeta radicado en Francia.