¡Qué lástima!
Dentro de tres semanas se va a cumplir un año desde que los cinco congresistas ancashinos juraron por Dios y por la Patria despojarse de intereses políticos y personales para trabajar de la mano por el desarrollo de la región. Y para que no quede duda de tan solemne ofrecimiento, ese mismo día ofrecieron poner en marcha un plan de trabajo conjunto, al que bautizaron con el ostentoso nombre de Agenda Ancash.
Sin embargo por todo lo que hemos visto en este tiempo relativamente prudencial, la famosa Agenda Ancash jamás funcionó. Todo quedó en palabras y fotos para el recuerdo. No bien se sentaron en sus lujosas oficinas parlamentarias, los congresistas ancashinos olvidaron sus promesas y cada uno empezó a jugar su propio partido.
Mientras tanto, los proyectos de desarrollo regional que ofrecieron apoyar, entre ellos Chinecas y la modernización del puerto, han pasado a mejor vida precisamente debido a la falta de gestión y voluntad política que solamente ellos están en condiciones de canalizar. Tal como están las cosas en este momento, da la impresión que en la vida real Ancash no tuviera representantes en el Congreso de la República ni nadie quien fiscalice la millonaria inversión que el Estado ejecuta en esta región.
Como si esto no fuera suficiente, los parlamentarios ancashinos no han tenido ningún problema para dejarse llevar por la marea que agita las aguas dentro y fuera del Congreso de la República. Ya sea por consigna partidaria o simplemente por interés personal, lo cierto es que, sin querer queriendo, han caído en ese mar las miserias que hace muchos años caracteriza enloda a nuestra política nacional; ahí donde los valores no valen nada.
En un reciente incidente difundido a nivel nacional, los congresistas Lady Camones del partido Alianza Para el Progreso y Darwin Espinoza de Acción Popular, han protagonizado un intercambio de graves acusaciones. En un audio filtrado por alguien de su mismo partido, se escucha a la congresista Camones tildar de “banda delincuencial” al partido Acción Popular además de señalar como líder de esa supuesta organización a su colega Darwin Espinoza.
Lo extraño es que este bochornoso incidente se ha producido justamente cuando la congresista Camones es voceada para candidatear a la presidencia del Congreso de la República en representación de APP, mientras que Darwin Espinoza ha sido señalado de pertenecer a una mafia supuestamente encargada de negociar obras públicas y dedicada al tráfico de influencias. Como se sabe, sobre éste último el Poder Judicial ha dictado recientemente una orden de impedimento de salida del país por nueve meses.
Para quienes han seguido de cerca los avatares que se han producido en el escenario de la política nacional a lo largo de las últimas décadas, este incidente no es otra cosa que un nuevo caso de canibalismo político, ahí donde el principio de lealtad, el decoro y la decencia, es lo que menos importa.