A comienzos del presente año un total de 11 personajes, entre conocidos e ilustres desconocidos, se autoproclamaron con bombos y platillos como candidatos al gobierno regional de Ancash. Pero el miércoles 3 del presente mes, fecha en la que se cerró el plazo para regularizar la inscripción de listas ante el Jurado Especial de Huaraz, solo cuatro de ellos han quedado habilitados para continuar en carrera electoral.
Asimismo, de los 18 aspirantes que también se lanzaron al ruedo y soñaban con llegar a la alcaldía provincial del Santa, tan solo 10 de ellos han quedado en posibilidad de convertir su sueño en realidad. Los demás tendrán que esperar otra oportunidad.
Pero, ojo, estas cifras no son definitivas. La última palabra todavía no está dicha. Pues desde el jueves 4 de la semana pasada está el próximo jueves 18 está corriendo el plazo para la presentación de tachas, lo que quiere decir que en este último tramo podrían producirse otras depuraciones y posiblemente bajas inesperadas.
Ante esta suerte de sicosis electoral, que no se ha dado en otras ocasiones, es de imaginar la angustia y el desconcierto que debe estar viviendo más de un candidato; particularmente aquellos que ya se creían fijos y hasta se habían embarcado en una costosa campaña electoral. Quedarse con los crespos hechos después de haber navegado tanto, es como morir ahogado a la orilla de la playa.
El hecho que más de la mitad de candidatos hayan quedado al margen de la competencia, se debe a errores garrafales que las autoridades electorales han detectado en la elaboración de las listas. Básicamente, estos errores han tenido que ver con la inobservancia de reglas elementales, entre las que destaca la paridad vertical y horizontal. Como si esto no fuera suficiente, también ha sido causal de desaforo el incumplimiento de los plazos que se otorgaron para subsanar éstas y otras observaciones.
No cabe duda que toda la responsabilidad de estos errores recae directamente en los personeros que cada agrupación política ha acreditado ante el ente electoral. Ellos son las únicas personas autorizadas para mediar entre un candidato y el jurado electoral, entendiéndose por consiguiente que deben conocer las reglas electorales al derecho y al revés. Entonces no es que sean chivos expiatorios, sino más bien vacas que ya no son sagradas.
Como resultado de esta minuciosa depuración, los ancashinos nos encontramos nuevamente ante un escenario que deja mucho qué desear. La oferta electoral para los comicios del próximo 2 de octubre, se ha visto reducida a su mínima expresión. A la ostensible reducción de candidatos se suma la escasez de planes y propuestas de trabajo. Por enésima vez, acudiremos a las urnas solo para evitar el pago de la multa.
A ese paso no sería extraño que, sin necesidad de esperar una segunda vuelta, los ancashinos nos veamos obligados nuevamente a tener que elegir entre el sida y al cáncer, pero esta vez en primera vuelta. Todo por culpa del sancochado que han aderezado los personeros.