Editorial

¿DE QUÉ CHINECAS ESTAMOS HABLANDO?

A partir de mañana, 1° de septiembre, empieza a correr la cuenta regresiva de los últimos 120  días que le quedan de vida a la actual gestión del gobierno regional de Ancash. Desde el 1° de enero del 2019 cuando asumió la conducción del ente regional, han transcurrido más de tres años y medio y recién se ha podido conocer que el gobierno regional está en vías de aprobar la elaboración de un expediente técnico que, se supone, apunta a la ejecución del proyecto de irrigación.

Ello no obstante, el decano del Colegio de Ingenieros de Chimbote, Guillermo Gil Albarrán, ha adelantado que el referido expediente adolece de serias deficiencias de orden técnico, las mismas  que pueden poner en riesgo su eventual ejecución. Una de estas observaciones tiene que ver con el hecho saltante de no haberse tomado en cuenta los puntos necesarios para evitar rebalses cada vez que se presente el fenómeno El Niño.  Otro de los aspectos que no han considerado los técnicos del gobierno regional se refiere a la falta de previsión para evitar el desabastecimiento de agua a la población que inevitablemente se produciría durante la  ejecución del proyecto.

Pero lo que más llama la atención es que las autoridades y funcionarios del gobierno regional hayan tenido que esperar los últimos días de su gestión para recién acordarse del proyecto de desarrollo económico más importante de Ancash como lo es Chinecas. Eso quiere decir que cuando la gestión de Juan Carlos Morillo Ulloa asumió el poder hace tres años y medio, lo hizo con las manos vacías, sin tener nada concreto con respecto a Chinecas. Ahora se puede comprobar que todo lo que pregonó  y ofreció durante su campaña electoral no fueron más que puras falsedades.

Un hecho que no tardó en poner de manifiesto este vacío de gestión ocurrió precisamente en enero del 2019, a los pocos días en que  el ahora encarcelado ex gobernador regional asumió el cargo. Esto sucedió cuando el entonces presidente Marín Vizcarra convocó a Palacio de Gobierno a  todos los gobernadores recién juramentados darles una gran noticia. Para que puedan iniciar sus gestiones en forma auspiciosa, el primer mandatario  anunció a los gobernadores su decisión de autorizar la transferencia presupuestal a fin de ejecutar la obra que cada uno de ellos considere prioritaria. En el caso de Ancash la obra elegida fue la construcción del canal Nepeña-Casma que forma parte de Chinecas y cuyo presupuesto fue estimado en 220 millones de soles.

Como se recuerda, Vizcarra autorizó al ministerio de Agricultura la inmediata transferencia del referido presupuesto con la única condición de que Morillo presente en el término de la distancia el  respectivo expediente técnico. Pero cuando esto último ocurrió, los funcionarios de los ministerios de Agricultura y de Economía y Finanzas advirtieron que el expediente presentado por Morillo era el mismo expediente SISA de la época de César Álvarez, que ya había sido rechazado por presentar múltiples e insalvables incoherencias. Los funcionarios del gobierno central no aceptaron semejante burla y el sueño del canal Nepeña-Casma se vino abajo.

Desde entonces, Chinecas continúa como un ente burocrático e improductivo, que solo se limita a realizar labores de limpieza y mantenimiento de una infraestructura de riego que tiene más de setenta años de antigüedad.

Por otra parte, cada vez que los medios de comunicación se ocupan de Chinecas es para referirse a denuncias de corrupción y malos manejos por parte de sus propios funcionarios. Otro de los hechos dados a conocer recientemente por la prensa  hablan del extraño silencio que, tanto el gobierno regional como Chinecas,  mantienen respecto a la presencia del dique construido en forma inconsulta por el proyecto liberteño Chavimochic y cuyo propósito es captar un mayor volumen de las aguas del río Santa.

En resumen, es difícil entender porqué la gestión regional saliente, ahora encabezada por Henry Borja Cruzado, ha tenido que esperar tanto tiempo para poner en su agenda el tema de Chinecas. Ojalá no estemos hablando de un proyecto inejecutable, que solo sirva para sufragar los gastos de despedida.