Futuro regional y provincial:
Las elecciones regionales y municipales que se realizarán mañana domingo no son una contienda más, ni mucho menos un acontecimiento intrascendente. De los resultados de mañana va a depender que el destino de la provincia del Santa y de la región Ancash retome el camino del desarrollo y la prosperidad o en su defecto se mantenga igual y hasta peor que antes.
Mañana estarán en juego no solamente los próximos cuatro años sino un plazo de tiempo aún mucho mayor. Por consiguiente, para las poblaciones de esta parte del Perú las elecciones de este domingo 2 de octubre van a ser las más cruciales y decisivas de su historia. Si nos proponemos, podrían ser el punto de inflexión que todos esperamos para establecer un antes y un después.
En consecuencia, no está de más recordar al electorado que, frente a la actual coyuntura, ya no es asunto de acudir a votar solo para cumplir una obligación y evitar el pago de una multa. El voto que vamos a emitir este domingo tiene una connotación que va más allá de un simple deber ciudadano. Es el derecho que nos asiste para enmendar y corregir errores.
Sobreponiéndonos por un momento al sentimiento de frustración que venimos arrastrando a lo largo de los últimos veinte años, creemos que ésta es la ocasión para sacudirnos del pasado y colocar a la provincia del Santa y la región Ancash en el umbral de un nuevo destino.
Debido precisamente al desánimo que nos embarga, una gran mayoría del electorado ancashino ha adelantado que para ellos lo mismo es votar por Pedro que por Juan. Sin embargo, esta comprensible indiferencia podría resultar siendo aún más dañina de lo que parece. Con cinco gobernadores que han terminado en la cárcel y varios alcaldes que aún se mantienen prófugos de la justicia, ya no podemos darnos el lujo de seguir experimentando con nuestro propio futuro ni dejar que las cosas se resuelvan por azar. Nada podría ser más injusto e imperdonable que condenar a nuestros hijos y demás descendientes a seguir soportando lo que nosotros ya no podemos soportar.
En la medida que el nuevo gobernador y los nuevos alcaldes sean capaces de cumplir sus promesas y gobernar con eficiencia y transparencia, el cambio al que nos estamos refiriendo no tiene porque estar tan lejos. Pero si, por desgracia, volvemos a elegir más de lo mismo, nos habremos alejado mucho más.
Mañana domingo, mientras nos estemos dirigiendo a los centro de votación, valdría la pena preguntarnos, por ejemplo, ¿porqué en más de treintaicinco años no se ha podido ejecutar Chinecas, ni modernizar el terminal portuario?. ¿Porqué existen tantas obras abandonadas, como el coliseo cerrado y el colegio Santo Domingo de Guzmán de Tauca que, para vergüenza nuestra, están considerados como monumentos a la corrupción?. ¿Por qué de todos los millones que se recibe por concepto de canon minero, no se ejecuta ni siquiera el 50 por ciento?. ¿Por qué, después de haberse vencido el plazo de su ejecución, no se concluye la avenida Costanera y otras obras municipales? ¿Va a quedar destrozada la avenida Pardo? ¿El estadio Gómez Arellano seguirá convertido en un mercado informal? ¿Cuándo se va a construir el nuevo Hospital La Caleta?.
A la hora de respondernos estas preguntas no estaría demás que nos hagamos una última invocación. No permitamos que nos hagan caer en el juego de la guerra sucia. Esa es el arma preferida de los incapaces y de los aventureros de la política, que ya los hemos tenido y por cuya culpa Ancash y la provincia del Santa están como están. De mañana depende que todo esto cambie definitivamente.