Editorial

DESPERTÓ CHINECAS

¡Albricias!:

Como secuela de una rutina que data de varios años atrás, la semana  pasada se registraron tres nuevos intentos de invasión de las tierras de Chinecas, como siempre, en la zona sur del distrito de Nuevo Chimbote, considerada con todo acierto el paraíso de las invasiones.  Pero a diferencia de todo lo acontecido en épocas pasadas, en esta oportunidad los invasores fueron desalojados prácticamente al instante. Esta vez no se esperó que transcurra  un año, ni siquiera un día, como antes, para actuar de inmediato como manda la ley. Nadie ha olvidado que aquella lentitud, más de las veces deliberada,  ha permitido a los invasores reclamar airadamente “derecho de posesión”.

Tanto la Procuraduría del gobierno regional de Ancash como los funcionarios de Chinecas, ahora por fin han cumplido su obligación y en el plazo establecido. Tan pronto como tomaron conocimiento  acerca del levantamiento de ranchos en terrenos de propiedad del proyecto, no tardaron ni un día en solicitar el apoyo de la Fiscalía de Prevención del Delito  así como de la Policía Nacional y del servicio de serenazgo de la municipalidad de Nuevo Chimbote, procediendo en el acto a la destrucción y quema de los ranchos. Asimismo, con arreglo a las normas y procedimientos legales que les asiste, los funcionarios del gobierno regional y las autoridades que acudieron al ligar de los hechos han apercibido a los invasores a no insistir en esta ilegal actitud, la cual está  tipificada como delito de invasión  a la propiedad privada.

Por cierto, hablar del pasado de Chinecas es conjugar el verbo invadir. Desde la aciaga gestión del presidente Alejandro Toledo, esta conjugación empezó a regir como regla general. Primero fueron los licenciados de las fuerzas armadas. En una errada interpretación legal, los funcionarios de Chinecas de aquella época aceptaron adjudicar a título gratuito el equivalente de cinco hectáreas a cada uno de ellos para fines agrícolas. Luego, ese mismo derecho invocaron los denominados “campesinos sin tierra” quienes, sin esperar ninguna respuesta de por medio, procedieron a ocupar la misma extensión según su libre albedrío. En ambos casos, se desconoce con exactitud la cantidad de hectáreas de propiedad de Chinecas que se mantienen  ocupadas bajo esta ilegal modalidad. Lo que sí sabemos es que sus ocupantes no pagan un solo sol, ni por la tierra que ocupan ni por el agua que sustraen.

El caso de las invasiones con fines de vivienda, es en el fondo la misma cosa. Más de mil quinientas hectáreas han sido repartidas con fines estrictamente políticos y electoreros, sin que en su momento nadie se atreviera a impedirlo. Por el contrario, las invasiones  se orquestaban desde los altos mandos del gobierno regional. Esto desde luego es una vergonzosa  exhibición de aprovechamiento político y al mismo tiempo una clarinada de alerta que desde lejos ahuyenta a la inversión privada.

Finalmente no está demás precisar que dentro de las 308 y 217 hectáreas, existe una gran cantidad de lotes desocupados pero en manos de traficantes de tierra, los mismos que tranquilamente pueden ser adjudicados a las familias que en realidad necesitan una vivienda, sin necesidad de promover nuevas invasiones. Esto último, como  todo el mundo sabe,  ya es negocio de las mafias de traficantes.

Lástima que los funcionarios de Chinecas y del gobierno regional hayan despertado de su letargo cuando faltan apenas cuarenta días para que concluya su gestión, después de haber permanecido cuatro años en el cargo sin dar señales de vida. Aunque, como bien dice la letra de una vieja canción, “nunca es tarde para remediar todo lo que ha pasado”.