Opinión

CONFIANZAS Y DESCONFIANZAS DEL EJECUTIVO

Por: VÍCTOR ANDRÉS PONCE (*)

El presidente del Consejo de Ministros (PCM), Aníbal Torres, acaba de presentar una nueva cuestión de confianza en contra de la ley del referendo, que solo repite lo establecido en la Constitución: que cualquier iniciativa de referendo para reformar total o parcialmente la Constitución debe necesariamente pasar por el poder Legislativo, tal como lo establece el artículo 206 de la Carta Política. Una de las cosas más curiosas es que el Ejecutivo, a inicios de este año, presentó una acción de inconstitucionalidad contra la ley ante la cual ahora presenta confianza.

Es decir, acción de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional y luego confianza frente al Congreso suena a locura o cantinflada constitucional. Sin embargo, las cosas adquieren sentido cuando se repara que, unos días atrás, el propio PCM había presentado otra confianza en contra de la ley que regula la cuestión de confianza, pero el Congreso la declaró improcedente y el asunto quedó allí.

¿Cuál es el objetivo del Ejecutivo en este baile de confianzas? Todo parece señalar que ante la llegada de la Misión de Observadores de la OEA, el Gobierno se ha propuesto politizar el conflicto del Ejecutivo con la oposición, presentando las cosas cómo un feroz choque de poderes. De esta manera, el oficialismo pretende sacar la figura del jefe de Estado del ámbito judicial-penal, escenario inevitable considerando las siete investigaciones que desarrolla el Ministerio Público contra el entorno palaciego.

Ahora bien, ¿acaso el Gobierno se propone cerrar el Congreso? Creemos que no. Todos los presidentes que perpetraron golpes de Estado mediante el cierre del Congreso (Sánchez Cerro, Fujimori y Vizcarra) tenían una condición ineludible: el apoyo popular. Vale condenar los tres golpes mencionados, pero es evidente que los tres caudillos gozaban de amplio respaldo popular. Castillo no tiene el favor de la gente. ¿Cómo cerraría el Legislativo?

Algo más. Fujimori y Vizcarra no solo tenían apoyo popular, sino que contaban con el respaldo de las Fuerzas Armadas, la policía, las instituciones republicanas y un gran soporte mediático. Castillo tampoco tiene estos factores a su favor.

Los miedos y pánicos que a veces desatan los gambitos gubernamentales se deben a la inexperiencia de la oposición y a la terrible tragedia de no llamar al cierre inconstitucional del Congreso que perpetró Vizcarra por su real nombre: golpe de Estado. De allí que el señor Torres desarrolle sus estrategias políticas tratando de recordarnos el pasado cierre del Congreso e, incluso, intentando resucitar esa barbarie jurídica de la negación fáctica de la confianza. He allí la importancia de no escribir la historia de acuerdo a nuestra facción porque, tarde o temprano, esa reescritura se puede volver contra la democracia y uno mismo.

Lo que sí es evidente es que el Ejecutivo comienza a hacer mucho más política que la oposición, quizá por el asesoramiento cubano y por el reclutamiento de viejos militantes de la izquierda. La oposición se ha quedado en la vacancia y la acusación constitucional sin tener los votos necesarios en el Congreso, y encima, se da el lujo y la frivolidad de dividirse. La oposición está tan sumergida en la vacancia que el Ejecutivo avanza poco a poco en su plan: decretos laborales, control del maoísmo en el sector educación y destrucción de la minería moderna.

En algún momento la oposición debe despertar. De lo contrario, perderemos la libertad.

(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)