Opinión

APRENDAMOS DE MELISSA

Por: Fernando Valdivia Moreno (*)

Hace poco más de un año, la conductora de televisión Melissa Paredes fue protagonista de un sonado “ampay” que involucró a una tercera persona, originando la separación con su entonces esposo, el futbolista Rodrigo Cuba. Estallado el escándalo, los dimes y diretes -incluyendo adjetivos peyorativos- de uno y otro lado no se hicieron esperar, lo que fue la comidilla del mes y quizá de lo que restaba del 2021 en la prensa del espectáculo. En medio de esta barahúnda, los más vulnerables. En este caso, una menor de edad, hija de ambas figuras públicas. A medida que la noticia se diluía, alguna declaración volvía a poner el foco de atención en esa tormentosa relación. Nuevamente, la niña fue la más perjudicada, con intervención de la Fiscalía y del Poder Judicial. Y cuando “todo el mundo” esperaba que algo peor sucedería, fue lo contrario. Sí, lo impensado. Los ex, casi tomados de la mano y con sus respectivas parejas, anunciaron paz total. No más broncas, pues entendieron que era momento de hacer un alto (control de daños), empezar a cerrar heridas y mirar hacia adelante. Y hasta se animaron a celebrar el onomástico de su heredera en armonía familiar. Literalmente, ¡FELICES LOS CUATRO!.

Lo comentado refleja en parte lo que viene aconteciendo en el quehacer cotidiano. En algún momento de nuestra cambiante historia, el Perú se jodió (parafraseando a “Zavalita”, protagonista de la célebre obra “Conversación en la Catedral”), y empezó a emerger y sobresalir más y más las diferencias como sociedad. No empezó con el dictador Velasco ni terminará con el profesor Castillo.

Sin embargo, la duda persistente surge a manera de interrogante ¿hasta cuándo?. Difícil, por no decir imposible saberlo. Cada cuatro o cinco años cuando renovamos autoridades, los políticos (independientemente de cualquier ideología) y los medios de comunicación instan a la población a votar bien y no cometer los errores anteriores. Pero, llegan los comicios y el resultado es más de lo mismo, o tal vez peor (aunque no generalicemos).

En este contexto, una salida (obvio que no la única) a esta crisis política sería la de intentar calmarnos, optando por sentarnos a dialogar. ¿Sobre qué?. Nuestras coincidencias. En sencillo, lo que queremos para el país, hacia donde ir y cómo empezar a hacerlo. No charlar de aquello que nos divide, pues esto último polariza y acrecientan las brechas.

Coincidimos todos (con matices) que la permanencia de Pedro Castillo Terrones al frente del Ejecutivo es insostenible. A guisa de ejemplo, el ilustre chotano dice respetar y ponerse a disposición de la justicia, y paralelamente interpone “habeas corpus” y “tutela de derechos” con la finalidad de entorpecer la labor del Ministerio Público. De nunca acabar.

Es pues, momento de actuar y aprender -en parte- de la experiencia vivida por Melissa y hacer un alto (control de daños), empezando a cerrar heridas para así poder mirar hacia adelante como país. Lo merecemos.

(*) Abogado