Editorial

DISFRUTAR DE LA PLAYA ES UN DERECHO

Lo que no hay que olvidar:

Para los pobladores de  Chimbote y Nuevo Chimbote, la primera noticia relacionada con la temporada de verano, la misma que se inicia en los próximos días, ha sido la invasión ocurrida recientemente en la playa Caleta Colorada. Un grupo de personas ha levantado ahí rústicas construcciones de estera y madera con la clara intención de dedicarse a la venta de  comida, refrescos y  otros productos de consumo inmediato  por parte de los veraneantes.

A diferencia de lo acontecido con otra clase de invasiones, lo que acaba de suceder en la playa Caleta Colorada  es un tema que necesita ser encarado desde otra perspectiva, un punto de vista en el cual se anteponga  el  derecho de la población a disfrutar de este recurso natural y que todo lo que se tenga que en este sentido se haga con una clara visión de futuro.

Desde el momento en que se le dotó de una moderna vía de acceso, son miles las personas que acuden a pasar un grato momento en este hermoso lugar de nuestro litoral. Eso quiere decir que la playa Caleta Colorada, tan igual que su vecina El Dorado, son ahora focos que concentran una masiva  afluencia humana.

A partir de dicha realidad,  este lugar necesita contar con algunos servicios básicos y  no solamente complementarios sino también que respondan a la demanda creada por esta enorme afluencia de veraneantes. Conjuntamente con la venta de comida y refrescos en inmejorables condiciones de higiene y salubridad, los veraneantes necesitan en paralelo la presencia de servicios higiénicos en las mismas condiciones.

Atrás ha quedado la época en la que las familias acostumbraran acudir a la playa llevando consigo enormes ollas de comida, bolsas de fruta e infaltables cajas de bebidas alcohólicas.  Costumbre que como se recuerda daba lugar a un triste espectáculo, cuando luego de tanto consumo algunos veraneantes no tenían reparo en hacer sus necesidades fisiológicas  en cualquier lugar de la playa, sin importar la presencia de otros veraneantes.

Por tal motivo, es de suponer que las municipalidades cuenten a estas alturas con planes enfocados al uso racional de este tipo de escenarios naturales, como son las playas. Para eso, estas instituciones cuentan ahora con áreas dedicadas a promover el turismo y la recreación, así como la participación de la empresa privada en el desarrollo de estas actividades. De lo que se trata es  hacer un buen uso de los recursos naturales, sin causar daño al medio ambiente ni mucho menos atentar contra el decoro y las buenas costumbres.

Consideramos por eso que, frente la invasión que ha producido en la playa Caleta Colorada, la solución no es precisamente el desalojo sino más bien la orientación. En este caso, la mano de la autoridad tiene que hacerse presente pero no para que el problema subsista y hasta empeore, sino más bien para solucionarlo en beneficio de la comunidad.

Es lamentable comprobar que, a pesar de todo el tiempo transcurrido,  ninguno de los balnearios  de nuestra jurisdicción cuenta con un área para la venta de comidas y bebidas correctamente organizada, ni tampoco disponga de un módulo de servicios higiénicos debidamente implementado y menos con la presencia de un puesto de primeros auxilios además de una ambulancia. ¿Tan perdidos nos hemos quedado en el tiempo?.

Esta labor corresponde directamente a las municipalidades, pero para eso es necesaria la coordinación con la Capitanía de Puerto, la Dirección Sub Regional de Turismo, el ministerio de Salud y por supuesto la empresa privada. No es cuestión del otro mundo y ya lo estamos viendo en otros balnearios del litoral. Disfrutar de la playa es un derecho. Atender este derecho es deber de las autoridades.