Editorial

LA OTRA CARA DE LA HISTORIA

PTAR II:

Desde comienzos de la década de 1950 cuando se instaló en la zona de La Caleta la primera red de desagüe domiciliario de  Chimbote, las aguas servidas de la ciudad vienen desembocando directamente en la bahía, no son sometidas a ningún  proceso previo de tratamiento sanitario, acarreando por consiguiente toda la carga de residuos orgánicos con la que salen de los domicilios.

Han pasado más de setenta años desde entonces y hasta hoy esta historia no tiene cuando acabar. Por el contrario, cada día que pasa es peor.  Desde que se instaló la primera planta de bombeo de aguas residuales a inmediaciones  del terminal portuario, estas plantas se han incrementado en número y capacidad  a medida que la población ha ido creciendo. Actualmente son catorce las plantas de bombeo que arrojan desagües  a todo lo largo de la bahía de Chimbote, desde la zona de La Caleta hasta la urbanización El Trapecio. El volumen de aguas servidas que en conjunto expulsan estas instalaciones es de  560 litros por segundo. El mar aguanta todo.

Pero hay algo más. También desde hace setenta años, las fábricas de harina y conserva de pescado han arrojado sus desechos industriales  directamente a la bahía. Las autoridades municipales y del gobierno central que otorgaron el  permiso de funcionamiento a estas plantas de procesamiento,  jamás se tomaron la molestia de exigir a sus propietarios el tratamiento  adecuado de desechos industriales.

Ha sido a raíz de tamaña negligencia, que el borde de la bahía se pobló de uno a otro extremo de incontables tuberías de desagüe. En un santiamén, Chimbote dejó de ser el paraíso de otros tiempos y se transformó en uno de los escenarios más contaminados del planeta.

De a cuerdo a un estimado que se hizo hace aproximadamente quince años, los desagües domiciliarios e industriales han formado en el fondo de la bahía un colchón de barro putrefacto de medio metro de altura, sin que esto preocupe a ninguna autoridad. En razón de esta ominosa realidad, la contaminación de la bahía de Chimbote está considerada como la tragedia ambiental más dañina y prolongada que la mano del hombre ha sido capaz de ocasionar.

Sin embargo, en la historia de Chimbote se insiste en  considerar esta tragedia ambiental  como una gran hazaña. Pues se atribuye a ella el hecho rimbombante de haber obtenido el título de primer puerto pesquero del  mundo.

Tras la firma del contrato que hará posible la ejecución del PTAR II, el mismo que se ha suscrito el último viernes, es de esperar que la historia de Chimbote cambie por completo.  Para el 2027 cuando este proyecto entre en funcionamiento, los desagües domiciliarios ya no van a desembocar en la bahía. Serán objeto de un tratamiento de alta tecnología del que se obtendrá abono orgánico, gas y agua para la agricultura.

Solo quedaría pendiente el caso de las fábricas de harina y conserva de pescado, respecto al cual existe un acuerdo de concejo  aprobado por la municipalidad provincial del Santa que dispone su traslado  al norte del vecino puerto de Coishco. El día que se concrete la descontaminación de su bahía, Chimbote  mostrará por fin una nueva cara. De eso no cabe  la menor duda.