Editorial

SOLEMNIDAD RESTITUIDA

Ceremonia de izamiento:

Es realmente lamentable que a lo largo de los últimos cuatro años, la ceremonia de izamiento del Pabellón  Nacional, Bandera de la Ciudad y Bandera de la Paz que todos los domingos se realiza en la Plaza de Armas de Chimbote, haya perdido por completo la solemnidad de otros tiempos convirtiéndose en un simple acto rutinario, sin la mayor trascendencia que por naturaleza le corresponde. Pero esta pérdida de solemnidad no es porque el acto en sí carezca de esencia y significación, sino debido a la poca o nula importancia  de la que ha sido objeto por parte de sus principales organizadores, es decir  la Municipalidad Provincial del Santa.

Sin la presencia de su más importante representante, como es el alcalde de la ciudad, era lógico que las demás autoridades de la provincia y los representantes de la sociedad civil, no se sintieran comprometidos a participar de este tradicional acto de civismo. Peor aún cuando en determinadas circunstancias,  la ceremonia de izamiento fue utilizada descaradamente solo  para levantar el ego de la ex autoridad municipal.

En más de  una ocasión se pudo advertir el malestar que causaba entre las autoridades y público asistente, el “desfile de solidaridad con el alcalde”, con el cual cerraba la ceremonia de izamiento. Un indignante afán de protagonismo  en el que se obligaba a participar a humildes madres de familia, con hijos en brazos, supuestamente para agradecer al alcalde por los alimentos que periódicamente envía el gobierno central para los comedores populares y comités del Vaso de Leche. Es imperdonable que una ceremonia concebida  para rendir tributo a los símbolos de la Patria,  termine siendo manoseada y groseramente distorsionada con fines políticos.

Esta pérdida de solemnidad ha llegado a tal extremo, que en los últimos cuatro años  nadie en el municipio se ha preocupado por renovar el Pabellón Nacional que es utilizado en dicha ceremonia. El que se ha venido izando en todo este tiempo ha perdido por completo sus colores originales y en el estado en que se encuentra representa una total  falta de respeto a los símbolos de la Patria. Por lo que se ha podido conocer, renovar el Pabellón Nacional le hubiera costado al municipio mucho menos de lo que ha gastado en el champagne  para la colocación de al menos cinco primeras piedras.

En el fondo y en la forma, la ceremonia de izamiento es una expresión de civismo del pueblo de Chimbote, que gusta de acudir todos los domingos a este acto para compartir con sus autoridades una expresión de respeto a la patria.  Una expresión de legítima identidad local y nacional que nada tiene que ver con otra clase de apetitos.

Así ha quedado demostrado el pasado domingo 8 cuando, conforme lo ofreció en su discurso de toma de mando, el alcalde Luis Gamarra Alor izó un Pabellón nuevo ante el beneplácito  de la ciudadanía. Y lo mismo sucedió con la Bandera de la Ciudad, donde se ha rectificado la burda e inconsulta modificación de la que fue objeto el Escudo de Chimbote.

En el marco de este escenario, la presencia de regidores, funcionarios municipales, representantes de la sociedad civil y numeroso público que se dieron cita en el acto, dice claramente que la solemnidad de la ceremonia de izamiento por fin ha sido restituida.