Editorial

LA JOYA DE CHIMBOTE

Isla Blanca:

Con una población oriunda de 80 mil habitantes, la románica ciudad de Venecia recibe cada año entre 25 y 30 millones de turistas. Este impactante flujo de visitantes no es esporádico ni coyuntural. Es un flujo histórico y de crecimiento sostenido. Visitantes de todo el mundo  llegan a esta ciudad no solo para disfrutar la cautivadora experiencia de pasear por calles y pasajes navegables, sino también para conocer en vivo y en directo invalorables obras de arte de la época de oro del Renacimiento. Parejas de recién casados, familias enteras y viajeros empedernidos,  no dudan en elegir a este hermoso lugar del mundo para disfrutar  de un merecido descanso y una experiencia inolvidable.

Por esa razón y sin vacilaciones,  Venecia es considerada la joya de la vieja Italia. La economía que genera esta ciudad impacta abrumadoramente en la economía nacional. Sus hoteles, restaurantes, museos y demás establecimientos afines generan un ingreso anual multimillonario.

Pero, claro,  la imagen icónica de Venecia, aquella que aparece en postales y videos, es la de los gondoleros; aquellos personajes indesligables del rostro veneciano, quienes a través de la historia han inspirado novelas, películas y bellísimas canciones,  que nunca pasan de moda. Y eso es lo que le gusta a la gente.

Salvando las barreras del espacio y la distancia, algo parecido se aprecia en el lago Xochimilco de México y en nuestro incomparable Titicaca, donde también son los balseros quienes ponen la cuota de protagonismo humano y apuntalan la promoción turística de estos singulares atractivos.

Desde este ángulo de visión y conforme lo informó ayer el Diario de Chimbote, ha sido muy bien recibida la noticia acerca del apoyo que ha recibido un grupo de veinte chalaneros, quienes  brindan el servicio de transporte, ida y vuelta, a la Isla Blanca. Es así como se comienza.

En los últimos tiempos, la demanda de este servicio se ha  incrementado notablemente; hecho que es aún más notorio en estos días de verano.  Ya prácticamente es una necesidad de las familias chimbotanas acudir a la Isla Blanca, y concretamente a la playa Las Conchuelas,  para disfrutar de un placentero baño de mar.

Las aguas dóciles y cristalinas, hacen de este lugar un atractivo turístico incomparable; y al mismo tiempo una experiencia que está al alcance  de todas las familias de Chimbote y  de los visitantes que en buen número llegan a esta ciudad.

Desde luego, esta afluencia necesita ser tomada muy en cuenta por los organismos públicos con competencia en la labor de promoción turística. Por lo pronto, los clientes del servicio de chalanas deben utilizar como embarcadero el muelle de pesca artesanal, una instalación donde las 24 horas del día se desarrolla un trabajo rudo y por momentos peligroso,  el cual de ninguna manera concilia con las comodidades que demanda el servicio de pasajeros.

Eso quiere decir que hay que ir pensando en la necesidad de contar en el futuro con un servicio  exclusivo de embarque y desembarque para esta actividad. Y no solamente uno, sino dos. Uno instalado en Chimbote y otro en la Isla Blanca. Es lo menos que se puede ofrecer a una demanda compuesta no solamente por ágiles y alegres jóvenes sino también por niños, personas de la tercera edad y personas con alguna discapacidad física.

No tiene porque sorprendernos que un futuro no muy lejano, la afluencia de visitantes a la Isla Blanca convierta a este hermoso regalo de la naturaleza en la joya de Chimbote.