Editorial

HAY TEMA PARA RATO

Corrupción:

Cada uno de los casos de corrupción que han sucedido en el gobierno regional de Ancash, bien puede servir de argumento, no para una, sino para  varias películas policiales y de suspenso. Puede ser que estemos hablando de los mismos actores o protagonistas, pero el caso es que detrás de cada uno de ellos hay una historia en particular, con hechos que sobrepasan largamente los límites del escándalo y, por supuesto, con muchos millones de soles  alegremente despilfarrados.

Todo lo  que se ha podido conocer recientemente acerca de la hasta hoy frustrada  ejecución del nuevo Hospital La Caleta, es para dejar estupefacto a todo el mundo. Hace trece años, los funcionaros del gobierno regional de Ancash  iniciaron la gestión para la construcción del nuevo Hospital de Los Pobres, sin exagerar,  con la misma desfachatez de quien realiza un trueque de papas con camotes.

El expediente técnico de la obra, que recién ahora se sabe está empolvándose hace ya varios años en la fiscalía, adolecía de tantas y tan groseras observaciones que  simplemente lo hicieron inejecutable. Aún así, gracias  la intermediación de la fantasmagórica Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), los jerarcas del gobierno regional de aquel entonces no se hicieron problema en adjudicar la obra con un presupuesto de 178 millones de soles al Consorcio La Caleta, una empresa conformada  por varias subsidiarias que en ese momento se encontraban en la lista roja de la OSCE, impedidas de contratar con el estado.

Como quiera que la obra debió suspenderse por éstas y otras observaciones, Consorcio La Caleta se hizo la víctima y logró que el gobierno regional lo indemnice gracias a un laudo arbitral por la suma de 8 millones y medio de soles, que finalmente se canceló durante la breve gestión del encarcelado ex gobernador regional Juan Carlos Morillo Ulloa. Se pagó toda una millonada de soles por algo que nunca se ejecutó. Consorcio La Caleta  se llevó ocho millones y medio de soles sin colocar un solo ladrillo.

Esto, desde luego,  es imposible que  puede suceder en una gestión pública honesta y transparente. Esto solo ha podido suceder en Ancash, donde los más altos funcionarios sabían perfectamente  para quien trabajaban. Y la hacían sin el menor temor porque detrás de ellos existía una enorme muralla de protección a la que no le entraban balas, un muro  inaccesible para jueces y fiscales honestos.

Después de trece años perdidos y con varios millones de soles tirados al agua,  recién la semana pasada la vice gobernadora regional confirmó que,  para hablar del nuevo Hospital La Caleta, hay que empezar todo de nuevo. Así de simple. El primer expediente técnico definitivamente no sirve para nada. Fue elaborado fijando como ubicación de la obra el mismo terreno que el hospital ocupa hace más de 75 años. El cambio de ubicación al terreno del pueblo joven Dos de Mayo, hace imprescindible la elaboración de un nuevo expediente técnico, todo ello cuando aún se desconoce si este nuevo terreno ya está saneado física y legalmente.

Ante este panorama de incertidumbre e impotencia, no sabemos cuál es el papel que  han asumido la Fiscalía y la Procuraduría Anticorrupción del Santa. Lo único que se sabe es que el Hospital de los Pobres, con más de setentaicinco años de vida, ya está a punto de colapsar y así como están las cosas tenemos temas de corrupción  para rato.