Opinión

LA OBLIGACIÓN DE LAS DERECHAS ES PASAR A CONTAR HISTORIAS

Por: VÍCTOR ANDRÉS PONCE (*)

Cuando el viejo Marx señaló que la religión era el opio de los pueblos, antes que filosofía, estaba escribiendo una de las claves de la estrategia del poder del comunismo internacional. En realidad, el barbado y astuto alemán sabía que la esencia del hombre no puede desligarse del asunto religioso, de modo que si se erosionaban las religiones sagradas, tarde o temprano, ese gigantesco vacío tendría que ser llenado por nuevos relatos, por nuevas narrativas o por nuevas religiones profanas, de las cuales el marxismo es una de las elaboraciones más sofisticadas.

De esta manera, poco a poco, Occidente se llenó de relatos, historias y cuentos que suplieron los vacíos dejados por la secularización imparable. En este contexto, los teóricos republicanos, los teóricos de la libertad y los defensores del capitalismo y del libre mercado creyeron que era suficiente reeditar los viejos debates que animaron la caída de reyes, noblezas y tradiciones. El viejo Marx, por el contrario, se convirtió en el gran innovador del siglo XIX y, entre los flecos y retazos de la modernidad, construyó una nueva religión que –al igual que todos los fundamentalismos– resiste todos los fracasos y todos los avatares de tres siglos. No obstante que el comunismo del siglo XX fue la mayor industria de muertes de la historia de la humanidad (más de 100 millones) y la mayor fábrica de pobreza luego de la modernidad, Estados Unidos hoy está en crisis porque los relatos y narrativas neomarxistas y posmodernas han derrumbado las fortalezas ideológicas y culturales de la gran nación del norte.

Así como los estudiantes chilenos que –pese a tener el ingreso per cápita más alto de la región– marchaban exigiendo que Chile se convierta en una fábrica de pobreza, al igual que Cuba y Venezuela, de la misma manera gran parte de los estudiantes de Estados Unidos quieren quemar las estatuas de los padres fundadores por haber fundado la república “tolerando el esclavismo”.

Occidente, pues, ha sido inundado por historias y fábulas porque los marxistas entendieron la esencia religiosa del hombre, mientras que los defensores del sistema republicano ignoraron esa descomunal verdad, no obstante que la mayoría de ellos era cristiana.

Sin embargo, ¿de qué hablamos cuando hablamos de fábulas, de historias o religiones profanas? Por ejemplo, la teoría del valor marxiana, que sostiene que la riqueza es creada por el trabajo social de los obreros y que el capitalismo está condenado a muerte por la contradicción entre la forma social de producir riqueza y la forma privada de apropiarse de esa riqueza, es una verdadera estupidez. No resiste el menor análisis. Únicamente puede existir por un acto de fe. De lo contrario todos los estatismos y comunismos del planeta habrían triunfado, porque estos regímenes produjeron las mayores expropiaciones de la historia humana, en base al criterio de que el trabajador produce la riqueza. Todos sabemos que estas empresas se convirtieron en productoras de pobreza masiva.

¿Cómo sobrevivió esa especie de credo pagano, esa fábula que linda en la ridiculez? A través de los relatos e historias que suelen contar fabuladores como Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, entre otros, sobre la explotación de los trabajadores por las empresas y el robo de las riquezas naturales de los pueblos por parte de las grandes corporaciones. Y los hombres contemporáneos, ya sin tradiciones sagradas, suelen abalanzarse ante la primera fábula que le da sentido a su vida, al igual que el náufrago se aferra al primer madero en el océano.

Y es que ya está demostrado que así como el hombre se alimenta de pan, igualmente necesita nutrirse de fábulas. Así es el hombre y por eso Occidente comienza a derrumbarse.

Si analizamos la sociedad y el Perú de hoy todo es una suma de fábulas, es una guerra de comunicaciones y símbolos. Si las derechas y los sectores republicanos no entienden que ellos deben tornarse en contadores de cuentos, perderemos la batalla por la libertad.

(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)