Editorial

LIMPIAR Y VOLVER A ENSUCIAR

Un mal de nunca acabar:

En nuestra edición del jueves 4 de mayo dimos a conocer la queja de los vecinos que viven en la I Etapa del asentamiento humano San Luis de Nuevo Chimbote por la presencia de un enorme montículo de basura y desmonte acumulado desde hace muchos años  en ese populoso sector, muy cerca de la prolongación de la avenida Pacífico, causando un serio malestar al vecindario debido a los olores nauseabundos así como a la infaltable presencia de moscas y roedores.

En una decisión  de ejemplar accesibilidad, el mismo día que apareció la información personal del área de limpieza pública de la municipalidad distrital de Nuevo Chimbote acudió al lugar y desde tempranas horas de la mañana, con la ayuda de maquinaria pesada,  procedió a erradicar el enorme montículo ante el beneplácito de los vecinos. Y no era para menos. Después de varios años, el lugar quedó completamente limpio, libre de malos olores, moscas y roedores.

Sin embargo, la alegría de los vecinos no duraría ni siquiera veinticuatro horas. Conforme lo dimos a conocer en otra información, al día siguiente el lugar apareció nuevamente convertido en un basural, cubierto de bolsas de basura y montículos de desmonte que malos vecinos arrojaron la noche anterior, causando enorme malestar y decepción en todo el vecindario.

Un hecho exactamente similar ocurrió en Chimbote, en la intersección del jirón San Pedro y la  avenida Camino Real que todos los días amanece convertido en un inmenso y nauseabundo basural, donde la comuna provincial realizó hace unos días una intensa jornada de limpieza. Pero igual que lo sucedido en Nuevo Chimbote, esta transitada intersección vial solo permaneció limpia unas cuantas horas. Al día siguiente volvió a aparecer llena de basura, donde supuestos recicladores suelen seleccionar únicamente botellas de plástico y materiales recuperables, dejando el lugar regado de desperdicios donde perros callejeros arman un verdadero festín.

Según el personal de limpieza pública, se  calculan que solo en estos dos focos de polución se arroja diariamente entre  5 y 6 y toneladas de basura y desmonte, una cifra aparentemente insignificante ante más de 400 toneladas que todos los días se genera en Chimbote y Nuevo Chimbote. Pero estos dos ejemplos son más que suficientes para poner al desnudo una realidad que no se puede ignorar por más tiempo y que exige ser encarada desde otro punto de vista.

Y es que la limpieza pública no consiste solo en arrojar la basura lejos de nuestros domicilios. Eso es generar contaminación ambiental y causar malestar a todo el vecindario. Tampoco se puede dar por aceptado que la única solución consiste en recoger y erradicar la basura que se acumula en las calles.  Estamos viendo que eso no da ningún  resultado valedero. Pareciera que las autoridades municipales han olvidado que la principal herramienta para lograr una verdadera limpieza pública está en manos del propio vecindario y no solamente en el recojo de basura.  Esa herramienta se llama cultura de limpieza.

Paralelamente al trabajo diario de recojo y erradicación de desechos, que demanda un gran esfuerzo económico, es indispensable que las autoridades municipalidades inviertan en fomentar una cultura de limpieza en la población, para que los resultados no sean flor de un día. ¿Qué sentido tiene que se limpie hoy lo que se va volver a ensuciar mañana?.