Opinión

LA NATURALEZA TOTALITARIA DE LAS IZQUIERDAS Y SU RELACIÓN CON LA POBREZA

Por: Víctor Andrés Ponce  (*)

Una de las características de cualquier proyecto totalitario es la conversión del ser humano, del hombre concreto, con nombre y apellido, en una cifra, en un factor, en un daño colateral que puede ser descartado. El proyecto totalitario nazi, por ejemplo, en los campos de concentración exterminó a más de seis millones de judíos en el nombre de una “razón suprema”. El proyecto totalitario comunista –a través del gulag estalinista, del maoísmo en China y en otras áreas– eliminó a más de 100 millones de personas en nombre de la igualdad y el fin de la pobreza.

Luego de estas masacres de la modernidad, las nuevas religiones profanas siguieron hablando de la superioridad de la raza o nación aria o del paraíso colectivista en el que todos serían felices, como abejas o avispas gobernados por sus reinas (partidos únicos). ¿A qué vienen estas pinceladas sobre el totalitarismo y el ser humano concreto? Salvando distancias, tiempos y lugares, no es exagerado sostener que cuando un proyecto político busca adrede aumentar la pobreza en la sociedad para instalar el control de un partido, de una nomenclatura, mafia o burocracia, igualmente, estamos ante un proyecto totalitario.

Por ejemplo, la jerarquía chavista no se podría mantener en el poder si el 80% de los venezolanos no hubiese sido arrojado a la pobreza, pese a que el país llanero tiene las mayores reservas de petróleo del planeta. Sin esa miseria, sin el hambre, sería imposible que Nicolás Maduro se mantenga en el poder. Una sociedad en crecimiento, que reduce la pobreza, es extremadamente complicada de controlar. Allí están los ejemplos de Perú y Chile.

Sin embargo, la mención de las sociedades peruanas y chilenas nos permite igualmente reflexionar sobre el totalitarismo y la relación con la pobreza. En los dos países los proyectos totalitarios –en el sentido de que el único objetivo en política era tomar el poder y perpetuarse a través de una dictadura– fomentaron momentos constituyentes artificiales, que detuvieron el crecimiento y aumentaron la pobreza.

Como todos sabemos en el Perú, desde la pandemia y luego del Gobierno de Castillo y los fuegos de artificio de la constituyente, la pobreza ha llegado a representar el 27.5% de la población, no obstante que el 2019 se ubicaba en 20% de la población. En Chile el octubrismo y el momento constituyente que se prolonga han aumentado la pobreza sobre el 10.5% de la población, no obstante que antes de la pandemia estaba debajo del 7.5% de la población, casi una cifra de país desarrollado.

Los totalitarismos progresistas y comunistas en Perú y Chile necesitan que aumente la pobreza porque es la manera más directa de cuestionar el orden constitucional y el sistema económico consagrado. Con la pobreza en aumento, con la desesperación en desborde, es posible agitar en contra de las respectivas constituciones y proponer una utopía, un paraíso terrenal profano a los hombres sin esperanza.

Sin embargo, ¿quién se puede proponer el sufrimiento planificado de la gente para tomar el poder? Es evidente que solo el fanatismo ideológico que considera que los niños que padecerán hambre y miseria –por los momentos constituyentes– únicamente son estadísticas que permitirán la toma del poder y la perpetuación en él.

¿Cuál es la diferencia entre un totalitario que pasa por la cámara de gas a niños y ancianos y un totalitario que promueve adrede el aumento de la pobreza? Desde el punto de vista de la condición humana, desde el punto de vista del niño concreto, con nombre y apellido, solo estamos ante una diferencia de grado. Es la diferencia entre la muerte rápida y la muerte lenta o la condena a una vida repleta de privaciones.

Cuando los progresistas repiten como loros la palabra “fascista” para referirse a todos los símbolos de Occidente, en realidad están desarrollando una guerra de humaredas para evitar la reflexión y el análisis de la naturaleza del totalitarismo. En los tiempos actuales, sin campos de concentración ni gulags estalinistas, el totalitarismo emerge como una propuesta que fomenta la pobreza para que unos pocos se perpetúen en el poder.

(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)