Enorme reto para actuales autoridades:
En el año 2009, fui invitado por el economista Juan Alberto Jorge Estrada, gestor cultural, para ser parte de la recuperación de la Huaca San Pedro en Chimbote, que se ubica frente al vivero forestal, en la parte alta de lo que antiguamente fue un centro ceremonial Mochica y que hoy está colmado de un gran asentamiento humano. El sitio había sido declarado como Patrimonio Cultural de la Nación el 17 de mayo del 2000, mediante resolución directoral nacional N 564 – INC.
En esa ocasión, me hicieron padrino de la Huaca para intervenir en la gestión para la protección y recuperación del monumento de adobe que data de hace 1500 años de antigüedad aproximadamente.
Mi conocimiento de arqueólogo y con la ayuda de antiguas fotografías aéreas, deduje que se trataba de un templo Mochica que estaba orientado hacia el noreste y que se componía de tres sectores importantes: Edificio principal o Plataforma, Plaza ceremonial delantera y posiblemente la presencia de arquitectura en los anexos de la plaza ceremonial que irremediablemente fueron destruidas por la población en su afán de ocupar más espacios para sus viviendas.
El patrón arquitectónico de este edificio religioso, pero en menor magnitud, es el mismo de la Huaca de la Luna en Trujillo y Cao Viejo en el complejo El Brujo. Hoy solo queda de este edificio 1. 5834 hectáreas de lo que fue en la antigüedad un gran centro de culto Mochica, seguramente rodeado de estructuras complejas, cementerios y de un paisaje sagrado maravillo, considerando que al frente se observa el cerro tutelar, las islas blancas y el mar.
En efecto, tanto fue mi sorpresa cuando observé que el monumento estaba siendo destruido seria y dramáticamente sin la intervención de las autoridades. Sobre la cima de la plataforma principal la comunidad construyó una losa deportiva de cemento para fulbito, y sobre lo que fue la plaza ceremonial habían habilitado una cancha de futbol con arcos y graderías de cemento en lo que fue el frente principal del templo. Esto es insólito, la verdad, en toda mi experiencia profesional, nunca había visto un caso de este tipo de un edificio prehispánico convertido en un símbolo de nuestra vergüenza nacional, palabras que usó Duccio Bonavía el año 2002 cuando denunciaba la destrucción de hermosas pinturas murales en Pañamarca, valle de Nepeña.
Frente a este problema, hace más de una década, iniciamos una campaña fuerte para llamar la atención de las autoridades como el Ministerio de Cultura, la Municipalidad Provincial del Santa y el Gobierno Regional para salvar el monumento. La Municipalidad del Santa, durante la gestión de la alcaldesa Victoria Espinoza, a solicitud nuestra y tras varias reuniones concertadas, se estuvo a punto de construir un cerco perimétrico con presupuesto incluido para salvaguardar y proteger el área arqueológica, sin embargo, este proyecto quedó en el olvido por razones políticas ocasionadas al interior de la gestión municipal.
El Ministerio de Cultura, en esos tiempos, tampoco prestaba atención a nuestra gestión, tanto que hicimos un lanzamiento público de la recuperación de una figurina de cerámica encontrada en los alrededores de la Huaca San pedro por uno de los vecinos al que se le bautizó como el “señor de la Pesca” y que hoy constituye un ícono ancestral reconocido por la población en general. En el 2015, el programa ENSO del Ministerio de Cultura quitó la loza deportiva y las graderías de cemento.
Asimismo, en los siguientes años, Juan Alberto Jorge Estrada de PROCTURSA ha continuado con la gestión, muchas veces incomprendido por las autoridades en general. En el mes de septiembre del 2021 se logró conseguir que la DDC de Ancash realice un plano de delimitación y la colocación de hitos, sin embargo, de ahí para adelante no hubo un encuentro de sinergias entre el Estado y la gestión civil para salvar este monumento de su destrucción.
Hace unos días acabo de visitar nuevamente el sitio y me di con la sorpresa de encontrar el monumento totalmente abandonado sin que las autoridades le presten atención. Las últimas lluvias ocasionadas por el fenómeno Yaku han destruido los frentes sur oeste, noroeste y la cima del edificio, tanto que hay enormes grietas y zanjas que muestran arquitectura de adobe Mochica que están siendo excavadas por extraños en busca seguramente de tesoros, y también, los vecinos siguen arrojando mucha basura en el lugar, así como los autos que atraviesan la plaza ceremonial; realmente la situación del monumento es de gravedad y necesita con suma urgencia una intervención inmediata de la entidad oficial que puede tener una gran oportunidad de recuperar este edificio del olvido. Chimbote no tiene ningún recurso arqueológico turístico en uso social, eso es lamentable.
Siento vergüenza propia frente a la insensibilidad de las autoridades. No quiero culpar directamente al Ministerio de Cultura, sino también a las otras autoridades oficiales que tienen que poner de su parte para salvar uno de los monumentos más importantes del Santa. La solución es trabajar en alianzas estratégicas para cristalizar la construcción urgente de un cerco perimétrico y de ahí proyectar investigaciones arqueológicas, la construcción de un centro de interpretación y acondicionamiento turístico del sitio para que, a mediano plazo forme parte de la Ruta Moche, así como se viene trabajando en la Huaca de la Luna en Trujillo o la Huaca Cao Viejo en Complejo El Brujo.
El compromiso no es solo poner en uso social el monumento sino también trabajar con la comunidad para su salvaguarda, en programas de sensibilización, fortalecimiento de la identidad, etc. La llave a futuro de este monumento es propiciar el turismo arqueológico que permita mejorar la calidad de vida de la población circundante, fomentando el “desarrollo turístico contra la pobreza y exclusión social”.