Editorial

MISTERIOSO SILENCIO EN FERIA DEL VIVERO

Faltan apenas  tres semanas para que comiencen las actividades con motivo de la Semana Cívica de Chimbote y la Festividad de San Pedrito 2023, entre ellas la Feria Regional del Vivero Forestal; pero al menos hasta ayer,  miércoles 24 de mayo, la institución organizadora de este concurrido evento, la Diócesis de Chimbote,  no ha informado a los interesados el precio oficial por concepto de alquiler de stands. ¿A qué se debe  tanto misterio?.

En  declaraciones  aparecidas en nuestra edición de ayer, el  empresario gastronómico Carlos  Zúñiga Carrera ha revelado que hace un mes solicitó por escrito información respecto al alquiler de un stand, pero hasta este momento no ha recibido ninguna respuesta. Sabido es que en ocasiones como ésta, donde los espectáculos artísticos atraen una gran concurrencia de público, lo que prima es el interés comercial y lucrativo por encima de cualquier otra consideración, por muy justa y necesaria que ésta pudiera ser.

En efecto,  la mayoría de ferias  tienen como patrón el afán estrictamente dinerario. Pero  no por eso, la feria del Vivero Forestal tiene que sujetarse  incondicionalmente a las reglas de ese patrón.  Primero,  porque el evento se realiza en las instalaciones de un escenario que es patrimonio de Chimbote, el mismo que  fue cedido a la Diócesis de Chimbote no precisamente para la realización de espectáculos  artísticos y lucrativos. En el documento de cesión de uso, se precisa que el Vivero Forestal debe mantenerse y prevalecer  como centro de recreación y sano esparcimiento al servicio de la comunidad.  Por eso, para garantizar esta vocación de servicio, se eligió como receptora del Vivero a la Diócesis de Chimbote.

Por otro lado, la Feria Regional, como su nombre lo indica, es un evento cuya finalidad es promocionar lo que la región Ancash produce; empezando por el aspecto cultural, folklórico, industrial, artesanal, turístico y gastronómico. Por tanto, el evento debería priorizar  la participación de productores y expositores de la región y no precisamente de comerciantes que recorren todas las ferias del país ofreciendo productos  procedentes de otras regiones.

Nada justifica entonces que se guarde un misterioso silencio en torno al precio de los stands, salvo que se quiera especular  hasta el último momento con la desesperación de los expositores; todo eso para  ver quién da más.

Aún cuando no es una obligación legal sino más bien moral, no estaría demás que al término de la feria regional, la Diócesis de Chimbote informe a la ciudadanía a cuánto han ascendido sus ingresos y, de ser posible,  cuánto es lo que recaba anualmente por la concesión de las demás instalaciones del Vivero. Si una pequeña parte de esos ingresos se hubieran  destinado al mantenimiento de la Cruz de la Paz, estamos seguros  que el símbolo de la ciudad no se hubiera caído a pedazos.