Editorial

URGE CLASE OBLIGATORIA DE HONESTIDAD

A funcionarios públicos de Ancash:

El hecho de haberse declarado inservible el expediente técnico para la construcción del nuevo Hospital La Caleta, por el que se ha pagado inútilmente 8 millones de soles, ha terminado por llevarnos una vez más a un convencimiento ya proverbial  e inequívoco.  Salvo contadísimas excepciones, es evidente  que los funcionarios que laboran en los predios del gobierno regional y en casi todas las municipalidades de Ancash, necesitan con urgencia el dictado de una clase intensiva y presencial de gestión pública. Pues de otra manera, todos los procesos para la ejecución de obras públicas en esta parte del país, seguirán adoleciendo de graves deficiencias  y terminarán cayéndose a causa de sus propios errores, dando lugar al incremento, ahora ya incontenible,  de incontables obras paralizadas, sobrevaluadas y mal ejecutadas.

Pero tanto, o más que una clase intensiva de gestión pública,  lo que le hace falta a los funcionarios de estas dependencias del Estado, es una clase magistral y obligatoria de honestidad. Sin esta norma de conducta, todo acto o gestión pública terminará desmoronándose en forma estrepitosa, como acaba de suceder con el expediente técnico del hospital La Caleta. A pesar de la millonaria cifra que se ha pagado por él, este documento contiene una serie de grotescas incoherencias, razón por la que ha sido declarado oficialmente “desactivado”. No sirve para nada.

Como lo hemos visto en todas las denuncias y escándalos de corrupción que frecuentemente sacuden a Ancash, ha sido la falta de honestidad la causa principal, o mejor dicho la madre del cordero, para que millones de soles terminen despilfarrados o vayan a parar a manos de corruptos. No hay una sola obra paralizada o mal ejecutada, donde la deshonestidad no haya estado presente.

Desde la elaboración del expediente técnico, pasando por la convocatoria de la licitación, y terminando luego con la firma del contrato de obra y el otorgamiento del respectivo adelanto, en cada una de estas etapas se ha hecho presente la colusión,  el arreglo bajo la mesa y la respectiva repartija. La honestidad es algo que ha brillado por su ausencia.

Que el expediente técnico sea mal elaborado y que, por ese motivo, la obra termine siendo paralizada, es lo que menos interesa a estos funcionarios. “Si voy a ir preso por un sol, igual es que me vaya por un millón de soles”, parece ser la lógica de esta gente sin escrúpulos.

Por cosas como éstas, el sueño del nuevo hospital La Caleta ya lleva diez años postrado en la más humillante frustración. Igual suerte han corrido los coliseos cerrados de Chimbote y Coishco,  la  misma avenida Costanera, la carretera de ingreso al centro poblado Cascajal y el expediente técnico del colegio Politécnico Nacional del Santa; solo por citar unos ejemplos.

Pero la situación ya no está para seguir rasgándonos las vestiduras, ni alargando el muro de los lamentos. Desde aquí interpretamos el malestar, ya insostenible, de los sectores de la población que han resultado directamente afectados por esta falta de honestidad. ¿Tan difícil es para un funcionario público acatar esta norma de conducta?