Opinión

MI LUCHA

Fernando Zambrano –Analista Político

“Mi lucha es por las libertades, por la democracia; mi lucha es por la igualdad de oportunidades”.

Desde hace más de dos décadas, el país y los países de la Región han estado sometidos a una campaña de demolición de nuestros valores y sistema político, social y económico; con el claro objetivo de instaurar un modelo socialista que no ha funcionado en ninguna parte del mundo a través de la historia.

El socialismo, entendido como etapa previa al comunismo, propugna desde sus orígenes los mismos postulados que hoy día neo socialistas disfrazan de distintas maneras, pero que se evidencia cuando asumen el poder, en probados casos de manera fraudulenta.

No creen en la propiedad privada, pues consideran que ella es el origen de la desigualdad en el mundo. Como consecuencia de ello, tampoco están de acuerdo con el derecho a la herencia, pues en su Estado ideal no existe propiedad privada.

En su Estado socialista ideal la riqueza no se genera, se distribuye y quien la distribuye es el Estado, para lo cual quita propiedad a quienes tienen más por su mayor esfuerzo y riesgo, para dárselo a los que no la poseen.

Con este errado pensamiento, se consiguen dos cosas, generar más pobres y, lo más grave, desincentivar que la población prospere, ante el temor de perder las propiedades que obtenga por su esfuerzo y capacidad. En pocas palabras, achata a una sociedad pujante.

Lo propio ocurre con la industria, el socialismo en su Estado ideal propugna que la producción debe estar en manos del Estado, y para ello crean un sinnúmero de empresas estatales, colocándole el membrete de estratégica, para impedir que acceda a la misma cualquier otra persona o empresa privada.

Por cierto, para ello subsidia la producción estatal y remuneraciones de una burocracia dorada, con los recursos que deberían ser destinados a satisfacer las necesidades esenciales del país, como educación y salud.

Señalan que hay que proteger a la industria nacional, en un mundo globalizado, sin darse cuenta que la misma cerca que aleja a los demás, nos encierra a nosotros en nuestra propia mediocridad.

Esta política estatista y proteccionista a la larga trae consigo la quiebra del Estado y la hiperinflación que golpea el bolsillo de la ciudadanía y flagela la precaria economía de los más pobres.

Para menoscabar el principio de autoridad del Estado, generan corrientes de opinión creando escenarios en los que bloquean cualquier acción legítima de la autoridad, utilizando de manera selectiva el criterio de derechos humanos.

Crean e interiorizan en la sociedad, con el apoyo de medios de comunicación que forman parte de esta corriente política, una ficción en la que los delincuentes son los únicos que son merecedores de protección de sus derechos humanos, aun en clara flagrancia delictiva.

Entretanto, la autoridad policial o militar carece de los mismos derechos humanos y es perseguida y procesada por operadores políticos enquistados en el sistema judicial, que son serviles o cobardes al enfrentar a esta progresía socialista.

Pero como saben que su estrategia puede traer a la larga una reacción contraria del pueblo al que tanto aluden, menoscaban los valores morales propios de la sociedad, como la familia, el matrimonio y hasta el propio derecho a la vida de un niño por nacer.

Construyen desde las aulas anti valores, buscando que en un futuro próximo tengamos una sociedad carente de valores.

Nuestros hijos, cuyos valores siempre han sido inculcados desde los hogares, hoy ven amenazados esos valores por antivalores que se generan en las aulas desde el Ministerio de Educación y distintas ONGs, cuyo propósito es destruir la sociedad en los próximos años.

Calculo que en los próximos diez años tendremos una nueva sociedad con antivalores tan fuertemente inculcados desde las escuelas y universidades, que será casi imposible revertir esto.

Entonces ¿qué debemos hacer? Pues tenemos varias tareas pendientes, la reconstrucción de nuestros valores, que debe empezar desde casa y continuar en las escuelas e iglesias.

Necesitamos un Estado que genere igualdad de oportunidades para el progreso de la sociedad, así como la recuperación del principio de autoridad y el respeto a la autoridad, entendiendo que autoridad no es gritar y que la autoridad no se autoproclama, sino que se ejerce en el marco de la ley.

También es necesario reconstruir el sistema político partidario para tener mejores autoridades, y ello pasa por cambiar a los actuales titulares del Sistema Electoral, fortalecer a los partidos políticos y que éstos generen líderes preparados.

Pero a la vez, son necesarias reformas políticas de fondo, las mismas que lamentablemente, por falta de información, un sector de la ciudadanía las reduce a un tema presupuestal y no debe ser así.

Es hora de retornar al sistema bicameral que dará mayor estabilidad y mejor representación; permitir la relección parlamentaria, pues no podemos volver a tener parlamentos compuestos en su totalidad por personas sin ninguna experiencia en la materia y sin políticos preparados. El resultado lo estamos viendo hoy en día.

El Congreso debe tener nuevos rostros, pero a la vez políticos con experiencia que los orienten y generen un debate más maduro. Ni en un centro de trabajo te consideran si no tienes experiencia, ¿cómo podemos dejar que en el Congreso si se permita esto?

El gran objetivo en los social y económico, es que el Estado se convierta en un generador de igualdad de oportunidades para todos los peruanos.

No el tipo de igualdad socialista utópica que propugna que todos deben ser iguales, pues esto carece de sentido debido a que algunos siempre generaran más riqueza que otros por su mayor esfuerzo o capacidad, sino igualdad de condiciones para generar riqueza.

Se trata de un Estado que se dedique a emparejar la cancha, para que todos podamos correr en igualdad de condiciones en ese afán de superación. Algunos llegarán mas lejos que otros, porque así es la naturaleza del ser humano, pero nadie podrá decir que no tuvo la misma oportunidad.

Esa es la labor fundamental del Estado para combatir la pobreza y aprovechar la pujanza de un pueblo que ha demostrado que es emprendedor, que no se cae ante cualquier problema, un pueblo que se ha forjado en la dura lucha contra los flagelos que hemos pasado.

Un país maduro no puede tener un sistema político con mas de veinte partidos políticos y cientos de movimientos regionales, provinciales y distritales. Es evidente que esto lo generaron en el marco de la estrategia para destruir nuestro modelo político.

Debemos corregir esto, suprimiendo en el tiempo a movimientos regionales, provinciales y distritales, que funcionan como franquicias políticas que generan tráfico político entre candidatos sin estructuras partidaria ni principios que amalgamen a sus miembros.

Debe otorgarse un plazo para que se conviertan en partidos políticos o se asimilen a los existentes. En cuanto a los partidos políticos, es necesario elevar la valla para constituirlos, a los niveles que teníamos antes de la reforma.

Con el cambio de reglas que se hicieron, constituir un partido político es tan sencillo como crear una asociación. Basta de traficar con las ilusiones del pueblo.

Es por todo esto y mucho más, que vengo emprendiendo una lucha por nuestras libertades, por la democracia, por la igualdad de oportunidades; lucha en la cual se han enfrascado muchas personas de bien desde distintos foros.

Es hora de actuar como sociedad responsable, no dejemos que nuestras próximas generaciones, que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, vivan en una sociedad en estado de descomposición.

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