Opinión

Cuando aprender es un placer y enseñar un arte

Por: Mg. JENNY VERÓNICA RODRÍGUEZ BLAS (*)

Un niño representa la mayor expresión de adquisición de conocimientos obtenidos que marcarán su vida y la de los demás. Pues lo que él pueda aprender se convertirá en su más grande arma para enfrentarse a la vida o su mayor obstáculo para poder afrontar los desafíos del futuro.

Estas razones son propicias para fundamentar la importancia de crear ambientes favorables, acogedores y auténticos que hagan de sus aprendizajes los más significativos, y es aquí donde cumple un rol fundamental los conocimientos previos con los que cuenta cada uno de los niños; entonces, surge la interrogante ¿Qué sucede si ese conocimiento previo obstaculiza el nuevo aprendizaje?

Es pues aquí donde aflora el arte de enseñar por los docentes, teniendo entre sus principales propósitos lograr que los niños reestructuraren sus conceptos preexistentes y como resultado al obtener el nuevo conocimiento sea significativo su aprendizaje.

Enseñar y aprender son pues acciones que deben darse tanto por el docente y el niño de manera confortable; tal es así que un niño motivado por aprender es capaz de ofrecer su mayor dedicación y persistencia para lograr sus propósitos. Los docentes deben tener en cuenta que lo primordial en un niño no es memorizar sino comprender y solo así logrará transferir lo aprendido a las circunstancias de su vida cotidiana.

Formar niños reflexivos, críticos debe ser el pan de cada día de los docentes, darles la oportunidad de pensar lo que están haciendo, de interactuar con los demás, de expresar con sus propias palabras lo que sienten y de ser reconocidos por sus logros alcanzados; y es que enseñar con amor y dedicación solo puede traer, qué más da, la mejores de las consecuencias: Niños felices y competitivos.

(*) Docente y Comunicadora Social