Opinión

Volvamos a las prácticas democráticas

Por: Fernando Zambrano / Analista Político

El Congreso de la República ha dado un paso más hacia la recuperación del sistema político partidario, destrozado por Vizcarra y sus huestes para poder controlar a los partidos políticos. Necesitamos abrir paso a una mejora en los niveles de representación, por lo que es necesario continuar con las reformas.

La valla electoral para la creación de partidos políticos debe volver a sus niveles originales. Crear partidos con tan solo veinticinco mil firmas es una burla a la democracia y un duro golpe al sistema de partidos políticos.

Es claro que el sector “caviar” promovió dicho cambio para propiciar la proliferación de organizaciones políticas y así destruir el sistema político partidario. Una democracia sin partidos no es democracia y ellos lo saben. En ello radica su oscuro propósito de destruir a los partidos políticos para implantar un decrepito modelo socialista plagado de corrupción.

Los progresistas que se auto proclamaban adalides de la lucha contra la corrupción, Toledo, Humala, PPK, Castillo, todos están siendo procesados o investigados por corrupción. Nunca mejor aplicada la frase “dime que te presumes y te diré que adoleces”. Lo propio ocurre en la Región con Lula, Chávez, Maduro, Kirchner, Evo. Socialismo del siglo XXI es sinónimo de corrupción.

Pero retornando a nuestro tema, es necesario establecer un plazo perentorio para que los cientos de movimientos regionales y locales que participan en las elecciones, se adecuen al sistema de partidos políticos. Al encerrar a las regiones en su política doméstica, cegaron a gran parte de la ciudadanía respecto a los grandes y graves problemas nacionales.

Es claro que la proliferación de movimientos regionales también tuvo como objetivo político golpear el sistema político partidario, generando un mercado negro de movimiento regionales y locales, cuyas “marcas” de trafican en cada elección. El Congreso va en el camino correcto de corregir estos despropósitos.

Por otro lado, el Congreso ha aprobado en primera votación y por amplia mayoría la reelección parlamentaria. Sobre el particular debe quedar claro que la reelección parlamentaria no la decide la ley, la reelección la decide la ciudadanía en las urnas, así que no hay que hacer tanto revuelo por ello.

Históricamente, cuando el Congreso tenía ciento veinte congresistas, como máximo doce eran reelegidos, y es bastante probable que esas cifras se reduzcan en las próximas elecciones. Si queremos elevar el nivel de representación, pues debe profesionalizarse la política y ello pasa, entre otras cosas, por permitir la reelección de los mejores cuadros de los partidos políticos.

Quedamos a la espera de que el Congreso deshaga la artimaña de las elecciones primarias abiertas, pues es evidente que su propósito fue el mismo, petardear el sistema político partidario. Con ese sistema se crearía un caos en el sistema político partidario, más allá del alto costo de tener muchas elecciones previas a la elección general.

Rectifiquemos o destruyamos la obra negativa de los responsables de muchas de las calamidades en nuestro sistema político. Una democracia no se reconstruye con las escorias del socialismo del Foro de Sao Paulo, porque corremos el riesgo de volver por el mismo camino.

Después de una larga noche política en nuestro país, vamos camino a recobrar nuestra personalidad democrática, nuestra personalidad de pueblo libre de agendas políticas mal llamadas progresistas. No nos quedemos como simples espectadores. La libertad y la democracia es una obra en la cual todos tenemos el deber de ser actores.

Volvamos a las prácticas democráticas, a la discusión respetuosa de todas las ideas y de todos los problemas. Pero a la vez, demos a nuestro país nuevos contornos e higiene política y moral, alejándonos de agendas retrogradas que solo buscan devorar la mente de nuestra sociedad, desde la niñez, sembrando antivalores y odio.