Opinión

Apaguemos hasta la última brasa

Por: Fernando Zambrano / Analista Político

El cambio de modelo en la Constitución de 1993, la pacificación lograda luego de la captura del cabecilla terrorista Abimael Guzmán y el liderazgo en la conducción del país, fueron los ejes del desarrollo del Perú durante las últimas tres décadas.

Las cifras no mienten. La pobreza se redujo, ante el asombro a nivel internacional, de 62,4% a 20,2%. En el campo la pobreza se redujo de 83,4% a 40,8% y en las zonas urbanas de 40,2% a 14,6%. La economía y el empleo crecieron de manera sostenida.

En un escenario de igualdad de oportunidades, durante las últimas décadas miles de peruanos emprendedores se iniciaron en el mundo de los negocios, generando mypes y a la vez más empleos. Aquellos peruanos que jamás pensaron iniciar un negocio, llegaron a comprar su primer mototaxi o carrito sanguchero, o a abrir un pequeño restaurante de barrio. Esos peruanos hoy han prosperado de la mano de sus emprendimientos.

La Constitución del ´93 y, por tanto, el modelo político, social y económico siguen vigentes, pero la conducción del país durante los últimos años ha llevado a un claro retroceso en lo avanzado.

La situación actual, en que la pobreza vuelve a arreciar y la economía cae en recesión, no está motivada en deficiencias del modelo, ni en crisis internacionales o fenómenos naturales, cuyos impactos en el país fueron superados de inmediato.

Se trata de un problema de personas, de falta de liderazgo, incapacidad para gobernar y corrupción socialista generalizada durante los últimos años. La pandemia no es una excusa, pues todos los países han pasado por lo mismo y, luego de un paréntesis, continúan por su senda del desarrollo.

Nada peor para el desarrollo de un país que dejarse gobernar por una casta socialista, proveniente del Socialismo del siglo XXI y el Foro de Sao Paulo. Ellos son los que se han constituido en los parteros de la miseria de todo país al que han ingresado subrepticiamente. Claro ejemplo lo tenemos en Cuba, Nicaragua, Venezuela, Argentina y Chile.

Como bien lo reseña alguien cercano al socialismo cubano, todos los socialistas son resentidos. Aunque tengan mucho dinero, son resentidos con ellos mismos, con la vida, con su país, con el dinero que tienen. Todos los resentidos del mundo aglutinado en el Foro de Sao Paulo, regentado por Cuba, se han puesto en fila detrás de Cuba.

Odio, poder y dinero, ahí está la ideología del Socialismo del siglo XXI. Hasta qué punto han contaminado la libertad de pensamiento del ser humano. Hasta qué punto le han secuestrado el alma y las neuronas.

Hay programas de educación que tienen contenido subversivo. Les enseñan a los niños a odiar. Nada mas repugnante que ideologizar niños y jóvenes. Quiebran el sistema de valores en nuestra niñez, sustituyéndolo por antivalores ajenos a nuestra sociedad. A ello se debe su férrea oposición a que los padres de familia intervengan en la enseñanza de sus hijos o que participen en el diseño del modelo escolar.

Europa comienza a despertar de esta pesadilla socialista, ante la triste evidencia de la degradación de su sociedad y los estragos que está dejando en países con democracia y desarrollo firme hasta hace apenas una década.

Eso es lo que hemos tenido durante el último quinquenio en el Perú y nos ha llevado a la situación actual. Debemos continuar deshaciendo todo aquello que ha trastocado nuestro sistema político, social y económico, y mellado el sistema de valores en nuestra población, desde la niñez.

Si se deja encendida una sola brasa del socialismo del Foro de Sao Paulo, por muy débil que sea, siempre se corre el riesgo de que vuelva a desencadenarse un incendio. Se recuperarán y buscarán venganza, por lo tanto, hay que deshacer todo lo que han avanzado, no sólo normativamente, sino también moral y espiritualmente.

Corregidos los aspectos formales, solo la madurez y responsabilidad del pueblo al votar nos devolverá a los caminos de prosperidad que seguíamos.