Por: CPC SERGIO AGURTO FERNANDEZ
Pese a estar absorbidos por la rutina del día a día, siempre queda una ventana de observación para comprobar cómo el cielo latinoamericano se tiñe de rojo, por obra y gracia de infelices aventureros que equivocaron el rumbo de sus vidas, al pretender cambiar el mundo con el facilismo de imitar creaciones ajenas, olvidando que de ellas ahora solo queda “escombros políticos en descomposición”, matando las esperanzas de los pueblos que apostaron por ellos. Estos episodios históricos, cual, si fueran un ave fénix, cíclicamente reaparecen en el escenario político, perturbando la paz y la tranquilidad de un país.
Ahora, como consecuencia de ello, tenemos al frente a dos malos ejemplos que no se debe imitar: Argentina y Ecuador. En Argentina se observa cómo políticas de escandalosos subsidios (Productos con precios artificiales), terminaron por arruinar la prosperidad económica de un país, desembocando, entre otras cosas, en un delictuoso contrabando, que favoreció a un país en particular (Bolivia), que al consumir productos baratos, alucinaban vivir en una suerte de “paraíso”, tal como lo pintaban la gente del MAS de Evo Morales, pero que en realidad lo hacían a expensas de la deteriorada economía argentina, era como sacarle sangre a un anémico. Entonces estaba la exigencia de dar un golpe de timón, para que se cambiara de rumbo la conducción del gobierno, para salir del tormentoso mar en el que navegaban los privilegiados acólitos del peronismo. Como que el milagro se dio con la aparición de Milei, que traía la promesa de devolver al país, su prestancia de antaño, que era la sensación del comercio internacional, por su masiva exportación de productos cárnicos, cereales y minerales. Muchos éxitos a la tierra del tango, del vino y de la parrilla.
En el Ecuador el problema es otro, la pérdida de autoridad de gobiernos débiles e incompetentes facilitó la proliferación de la delincuencia común y el crimen organizado, expresado en el sicariato, extorsiones y cárteles de la droga, llegando a escalar posiciones aterradoras en la sociedad ecuatoriana. Siguiendo el mal ejemplo de Pablo Escobar del “cartel de Medellín”, chantajean al gobierno del Sr. Noboa, buscando ser interlocutores en la “negociación” de prebendas delictivas de imposible realización. El presidente, joven y corajudo, está empeñado en poner orden en su país, restituyendo el principio de autoridad, y a quien le auguramos éxitos en tan difícil tarea.
En nuestro querido Perú también hay una ebullición moderada de estos malos elementos de la izquierda, que tuvieron su oportunidad en el gobierno y por poco nos desgracian la vida; matizado por un desborde delincuencial que nos tiene en zozobra, por la ineptitud de quienes nos gobiernan. También estos se complementan con elementos perturbadores, ávidos de protagonismo, como son los románticos de la política, forjados en las aulas de las universidades públicas, que olvidaron ser recíprocos con quien les cambió el estatus de vida (Estado). Curiosamente esa efervescencia no se da en las universidades privadas, será porque ahí nada es gratis, todo le cuesta al alumno y este no va a hacer proselitismo político sino a estudiar, no teniendo tiempo para dedicarse a banalidades. Pero también están los “becarios”, cuya formación académica ocasionó gastos a los países socialistas que los cobijaron (Ex Unión Soviética, Cuba y otros más); la Rusia de hoy ya los eliminó, Cuba, presumiendo bonanza económica que no lo tiene, sigue con lo mismo, pero con el compromiso de expandir por el mundo las prédicas políticas recibidas. Nada es gratis en la vida, con algo se tiene que pagar.
Nos quejamos siempre de los desastrosos que son nuestros gobernantes de turno y seguirá así mientras se sigan alternando en el poder gente inepta e improvisada, que incursionan en política con un impresionante vacío intelectual en temas de gobierno; y esto se aprende no en las aulas sino en la “universidad de la calle”, de forma autodidacta y de experiencias propias y ajenas, porque en ninguna parte del mundo existen centros de formación para presidente, congresista, gobernador, o alcalde. Por ejemplo, vemos cómo en Estados Unidos, al día siguiente de su juramentación, el nuevo presidente, dando cumplimiento a su oferta de campaña, llega a su despacho, con las soluciones bajo el brazo traducidas en normas legales para firmarlas, con la que inicia su gestión. Cosa distinta ocurre en el Perú, los dos candidatos que pasan a la segunda vuelta electoral siempre llegan con las manos vacías, sin saber qué hacer o por dónde empezar; mientras saborea el increíble triunfo que le deparó su generoso destino, apela al clásico pedido al Congreso, de facultades extraordinarias para legislar en temas específicos, ganando tiempo para recién redactar la normatividad legal que el país necesita.
Los que tuvieron la suerte de tener un diploma en la mano y acumularon experiencia en su línea de carrera, posiblemente llegaron a conocer al “monstruo” por dentro (Gobierno), como para formarse una opinión crítica sobre los diversos aspectos de la vida nacional y estar preparado para un posterior encargo gubernativo que pudiera recibir. Los funcionarios políticos de confianza y los de carrera, son fieles devotos del rígido horario de trabajo y del clásico manual de funciones; por su no identificación con el puesto que ocupan, su “vocación de servicio” se desvanece al término de la jornada, cierra el “quiosco” hasta el día siguiente, no admitiendo ninguna interferencia en su reparador descanso. Entonces esto nos indica que, para iniciar cualquier acción administrativa, necesariamente tiene que haber un escrito de por medio. En la conciencia de cada funcionario público, el horario de trabajo no debe existir, salvo la hora de entrada, para darle mayor cobertura a su servicio, con incidencia al más humilde peticionario.
Quienes gobiernan son: 1) Obviamente el Ejecutivo, que es el epicentro del poder y del manejo de los recursos públicos, por sobre todo desde ahí se ejerce el liderazgo del país, como elemento articulador de las decisiones que aisladamente se dan en todos los poderes del Estado, enfocados en un solo objetivo. Los problemas de actualidad son la corrupción, la delincuencia común y el crimen organizado. A nuestro entender para combatir a esta lacra social, a) Urge endurecer las penas con juicios sumarios para todos los casos; b) Dotar a la policía de una base legal que le permita abatir a los delincuentes cuando son sorprendidos in fraganti en la comisión de un delito, sin que esto le implique carcelería; c) Criminalizar la actividad del “gota a gota” sacándolo de circulación por estar manchado de sangre; d) Cierre de negocios que expendan artículos robados; e) Prohibir la venta particular de uniforme policial, militar y de empresas, que les sirve de disfraz a los delincuentes; f) Habilitar un penal exclusivamente para este tipo de delincuentes y para los que estén purgando cadena perpetua, donde las raciones se vayan reduciendo hasta llegar a ser una sola vez al día, sin camas ni visitas; g) El estado de emergencia en los distritos de Lima debe servir para que la policía incursione en forma simultánea en todos los hostales del distrito, para efectuar una investigación sumaria in situ y detener a los extranjeros que ahí residen y que con seguridad son guaridas de delincuentes.
2) El Congreso es el que provee de los insumos legales que el país necesita. Toda acción de gobierno necesariamente pasa por el Congreso de la República, y entre sus competencias está las de involucrarse en la problemática de todos los poderes del Estado, sin que esto signifique interferencia o invasión de jurisdicción, para brindarles apoyo legal. Resulta raro, pero así debe ser; se debe trabajar articuladamente para sacar adelante al país
Finalmente es sospechoso ver cómo funcionarios con trabajo estable en el gobierno, por decir, ganando arriba de los S/. 7,000 mensuales, postulan a una alcaldía distrital y provincial, para ganar un sueldo menor. Eso mayormente ocurre en provincias; pero meses después será la Contraloría, con sus dictámenes de auditoría, la que dilucidará todos los misteriosos embrollos de aquellos ciudadanos de cola larga y bolsillo hondo, que serán candidatos para descansar a un “centro de meditación” (cárcel) por una larga temporada.