Editorial

Allí donde la ley no vale nada

Huandoval:

Si hay un lugar en el Perú donde la legislación peruana no vale absolutamente nada, ese  lugar es Huandoval, el hermoso distrito de la provincia de Pallasca. La única ley que allí existe es la que impone el  sentenciado por corrupción, Pedro León Paredes Tadey,  quien el 2022,  a pesar de hallarse prófugo de la justicia, fue elegido alcalde y desde el 1° de enero del 2023, hace y deshace lo que se le antoja con los bienes y recursos de la municipalidad de Huandoval.

En un reciente informe emitido por la Contraloría General de la República,  se da cuenta que, desde su escondite, Paredes Tadey ha aprobado un presupuesto de 400 mil soles para la construcción de un nuevo palacio municipal. Pero, contraviniendo lo dispuesto por  el Reglamento Nacional de Construcciones, el alcalde prófugo de la justicia ha conseguido el voto mayoritario (3-2) del cuerpo de regidores para conseguir que la obra se ejecute no por contrata sino  por administración  directa. El gato, de despensero.

En una reciente visita de inspección, funcionarios del órgano de control del Estado han podido constatar que la obra se encuentra inconclusa y  totalmente abandonada, expuesta a las inclemencias del tiempo y con el riesgo de quedar inservible, sin que nadie brinde una explicación coherente sobre el particular.

Por nuestra parte, revisando una serie de  archivos, nos hemos dado con la ingrata sorpresa que lo que viene  sucediendo  en Huandoval es algo inédito, nunca antes visto en otro lugar del Perú. Primero,  porque el Jurado Nacional de Elecciones, amparándose en  una autonomía que virtualmente  crea un estado dentro de otro estado, le permitió a Pedro León Paredes Tadey participar desde la clandestinidad en las elecciones regionales y municipales del 2022, en representación del movimiento regional El Maicito.

Y no solo eso. Tras ser elegido alcalde, las autoridades del Jurado Nacional de Elecciones no solamente le otorgaron la credencial a través de una tercera persona, sino también le permitieron  juramentar el cargo  desde su escondite, vía zoom, algo que, repetimos,   no tiene precedentes en la historia política nacional.

Ya con el cargo de alcalde en el bolsillo, Paredes Tadey  se le dio el lujo de acudir personalmente  a las oficinas del Banco de la Nación de Chimbote para acreditar su firma y de esta manera  poder emitir resoluciones disponiendo a su antojo los recursos de la municipalidad distrital de Huandoval. Desde entonces y hasta hoy, nadie se atreve a ponerle la mano encima.

Es obvio que gran parte de esta responsabilidad recae en la Policía Judicial. Es inaudito, por decir lo menos, que  Paredes Tadey ya lleve más de un año sacándole la lengua a las leyes de la República. En la comodidad de su escondite, más de los días firma resoluciones de alcaldía y otros documentos oficiales que sus cómplices se encargan de llevar y traer. Todo ello sin que aparentemente la Policía Judicial se dé por enterada. ¿Estamos ante una institución policial ciega, sorda y muda?. Debe ser por eso que en Huandoval, la ley peruana no vale nada.