La habitual tranquilidad vespertina de los exteriores del Palacio Judicial de Chimbote se vieron abruptamente interrumpidos el pasado fin de semana cuando un grupo de personas airadas y alteradas, la emprendieron a golpes contra un sujeto que estaba siendo trasladado a los calabozos de la Carceleta Judicial.
Los gritos, golpes y empellones llamaron la atención de los transeúntes que advertían que unos pocos Policías trataban de detener a la turba y cumplir con su cometido de llevar tras las rejas a un sujeto que estaba enmarrocado y que, aparentemente, recién calibraba la gravedad de los hechos que había cometido.
Se trataba de Danilo Cruz Gonzáles, un sujeto que había sido detenido en la localidad de Moyobamba y era trasladado por efectivos de la Policía Judicial a efectos de ser puesto a disposición de las autoridades competentes, luego de mantenerse 19 años en condición de prófugo de la justicia.
En efecto, se trata de un sujeto sumamente escurridizo que pudo sortear a la autoridad por casi dos décadas y conseguir eludir la acción penal con miras a una posible prescripción que, afortunadamente, no se ha concretado.
Quienes arremetieron contra aquel la apacible tarde del último fin de semana fueron los familiares y amigos de quien fuera su esposa Marleny Pérez Paredes, la mujer a la cual asesinó de manera despiadada hace 19 años y por cuyo motivo venía siendo perseguido por la justicia.
Los deudos reaccionaron de esta forma porque esperaban poder lincharlo en la medida que fue el protagonista de uno de los hechos más brutales registrados cuando recién comenzaba el siglo XXI, el año 2000, cuando planificó y concretó la muerte de su esposa junto a su amante para luego darse a la fuga.
Aquel año, en el mes de noviembre, Cruz Gonzales junto a su amante Zarela Flores Zelada, asesinaron a Marleny PérezÂÂÂ a sabiendas que estaba gestando un bebé y se encontraba en el octavo mes, lo que los convierte en doble homicidas.
Pero esta diabólica pareja no solo le quitó la vida a la mujer sino que pretendieron desaparecer las huellas del crimen y prendieron fuego al cuerpo, dejándolo completamente calcinado, empero, no consiguieron su objetivo de impunidad.
Las pesquisas desde entonces, el seguimiento policial, las declaraciones de los testigos y la repentina desaparición de los acusados permitieron establecer que ellos mataron a la mujer para sacarla de su camino, ni siquiera repararon en la nueva vida que estaba creciendo en el vientre de su víctima, fueron sanguinarios.
Sin embargo, como dice un conocido adagio, no existe crimen perfecto ni fuga indefinida, poco a poco los familiares fueron alimentando a la Policía sobre el posible paradero del uxoricida y su amante, hasta que muchos años después los ubicaron en la región San Martin, específicamente en la provincia de Moyobamba, en donde habían formado un nuevo hogar y viven como una familia feliz a costa de la tragedia y el dolor de otra familia.
Por ello es que el año 2016 la Policía capturó a Zarela Flores Zelada y la trasladó hasta Chimbote, en aquella ocasión Danilo Cruz Gonzáles pudo eludir a los Policías porque se hallaba trabajando lejos de la ciudad, por lo que solo se procesó y condenó a la amante a quien la justicia le impuso solo 18 año de carcelería y se encuentra recluida en el penal de Cambio Puente.
Sin embargo, el brazo largo de la ley no escatimó esfuerzos y siguió buscando a Danilo Cruz, más aun cuando el Ministro del interior aceptó incluirlo en la lista de los delincuentes más buscado del país y fijó una recompensa de 20 mil soles para quien pudiera proporcionar información cierta y efectiva sobre su paradero, de tal manera que yaÂÂÂ no solo la Policía y los familiares fueran los que lo buscan sino que los ojos de muchas personas estarían sobre su cabeza.
Justamente, este sistema de delación ha permitido que una persona que ha reconocido al sujeto y lo ha identificado como el asesino que venía fugando desde hace años de la justicia, proporcione información a la Policía y los lleve nuevamente a Moyobamba, lo que significa que a pesar que su amante fue capturada años atrás, aquel regresó al mismo lugar y ese fue su derrotero final.
Las imágenes que han propalado los medios de comunicación lo muestran atolondrado y cabizbajo ante la furia de un grupo de personas que han soportado mucho dolor y congoja todos estos años desde que asesinara cruelmente a su esposa.
Este mismo grupo de personas había realizado en la víspera un plantón tras conocérsela captura de este asesino y demandaron a los magistrados de la Corte del Santa que se le imponga la cadena perpetua, que evalúen detenidamente los documentos policiales y pericias elaboradas en su debido momento y que tengan en cuenta la crueldad y brutalidad con la que actuó esta diabólica pareja.
No se trata de uno de los tantos asesinatos que, infortunadamente, se ven todas las semanas, por el contrario, se trata de un acto inmisericorde, debidamente planificado y esperado para quitarle la vida a una mujer cuando estaba con ocho meses de embarazo, sin piedad alguna.
Frente a este escenario no solo se justifica la reacción de los deudos cuando han tratado de linchar al sujeto durante su traslado a la carceleta, sino que cobra vigencia el pedido que han formulado a través de sus plantones y actos de protestas para que se castigue a este sujeto con todo el peso de la ley.
Si revisamos detenidamente los antecedentes de este caso llegaremos a la conclusión que sus demandas tienen asidero, hay de por medio un doble y brutal asesinato que tenía por finalidad sacar del camino a la víctima para que los criminales se vayan a vivir juntos.
Si la memoria no nos traiciona, hechos de esta naturaleza adquieren ribetes gravísimos y debe motivar a los magistrados a analizar la necesidad no solo de proteger a la sociedad de gente sin escrúpulos sino de cumplir con los deudos que demandan desde hace casi dos décadas que se haga justicia.
Hay en esta protesta, y casi linchamiento del asesino, un mensaje subliminal que la justicia no puede ignorar, por el contrario, lo creemos justo y pasible de ser compulsado porque la vida es el fin supremo de la sociedad y quien la quita sin escrúpulos contra una mujer que está gestando otra vida, deben tener un doble y categórico castigo.